DES... PROPÓSITOS

Autocracias: ¡Prohibido Hablar¡

A partir de la caída del Muro de Berlín, y, con ello, la posterior desaparición de la extinta URSS, se dieron los primeros pasos para que la mayor parte de sus ex satélites

OPINIÓN

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Agustín García Villa / Des...propósitos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

A partir de la caída del Muro de Berlín, y, con ello, la posterior desaparición de la extinta URSS, se dieron los primeros pasos para que la mayor parte de sus ex satélites pudieran celebrar elecciones democráticas. Las mayores demandas de la población, una vez allanada la bota soviética, reclamaban la necesidad de que los nuevos gobiernos surgidos de comicios libres permitieran la libertad de expresión, se sometieran a un sistema de rendición de cuentas y respetarán las decisiones de las mayorías.

Tal y como lo documenta Anne Applebaum en su último libro Autocracy Inc., el 4 de junio de 1989, Polonia fue el primer país del ex bloque soviético en celebrar elecciones libres vía por la cual erigieron un gobierno democrático que permitió la remoción del comunismo en ese país.

Curiosamente, en esa misma fecha, el Partido Comunista Chino ordenó a sus fuerzas armadas desalojar a miles de estudiantes congregados en la Plaza de Tiananmen, en la que, de manera similar a lo sucedido en Polonia, demandaban la libre expresión del pueblo, la rendición de cuentas de parte del gobierno comunista y el establecimiento de un sistema que permitiera la celebración de elecciones libres y democráticas.

Si bien en las excolonias soviéticas si se llevaron a cabo cambios políticos tendientes al establecimiento de sistemas democráticos, el gobierno chino, por el contrario, ejerció una mayor represión sobre la población, para lo cual, además de aplicar sus métodos tradicionales de vigilancia, se valieron del uso de las nuevas tecnologías de la información importadas de países occidentales.

A partir de entonces, el gobierno chino inició el bloqueo y la aplicación de filtros que prevenían a los usuarios de Internet del uso de palabras y frases subversivas incluyendo cualquier comentario de que los supervisores de las redes pudieran juzgar que atentaron en contra de la “seguridad nacional”, que divulgarán secretos de estado, atacaran al gobierno o pudieran afectar acciones de unificación nacional. China prohibió el uso de Facebook en 2009 y de Instagram en 2014. El uso de TikTok, que es una aplicación de origen chino, nunca ha sido permitida en ese país.

En la actualidad, y, a fin de tener absolutamente controlada a la población el gobierno chino utiliza sistemas cibernéticos aún más intimidatorios, a través de cientos de millones de cámaras de seguridad que monitorean una gran cantidad de espacios públicos, a lo que engañosamente han dado por llamar “tecnologías para una ciudad segura”, lo que combinado con sistemas de IA y softwares de reconocimiento facial permiten identificar a cualquier persona vinculándola instantáneamente a información adicional obtenida a través de sus teléfonos celulares, medios sociales y otras fuentes. En una sola frase: la sociedad entera vive bajo vigilancia permanente, como en una cárcel.

Naturalmente la seguridad ciudadana no es el real objetivo de tales métodos de vigilancia. Se prevé que en un breve periodo de tiempo se pondrán en práctica nuevos algoritmos que permitirán a las autoridades vincular muchos más datos con relación a cada persona como lugares a donde se desplazan, viajes, amigos y asociados, hábitos de lectura, compras, etc., mediante los cuales el gobierno pueda predecir posibles brotes de inconformidad y violencia social, tal y como sucedió en la Plaza de Tiananmen.

No hace mucho tiempo me referí en este espacio al libro Invisible Planets que es una antología contemporánea de obras de ciencia ficción chinas que incluye una del famoso escritor de este género, Ma Boyong, intitulada “La Ciudad del Silencio”. La obra describe como hacia el futuro (2046), todo en la ciudad o país estaría controlado por el uso de sistemas de espionaje cibernéticos al grado que la gente solo podría comunicarse a través de un listado de palabras “saludables” -healthy words-, sugeridas por las autoridades.

Era tal la vigilancia a través de cámaras y sistemas de grabación distribuidos en espacios públicos que los pobladores preferían no salir de sus casas ni hablar con nadie por miedo a algún tipo de represalia. En la época que tuve la oportunidad de leer esa historia me sorprendí de que algo así pudiera suceder en el futuro; y, concluí, que, si así pasaba, sería sólo en el muy largo plazo. La realidad es brutal, sólo a unos años de distancia de esa lectura dicha ficción se ha convertido en realidad en diversas autocracias. 

POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA

ANALISTA POLÍTICO

@TIGRE_AGUILAR_C

MAAZ