HIEL Y MIEL

La maldad

La no-violencia es sin duda una muestra de lo mejor de lo humano, es la actuación suprema de la corteza sobre el cerebro reptiliano: inhibir, contener, limitar

OPINIÓN

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Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Heraldo de México

A partir del 2018 nuestro país ha vivido el sexenio más violento de este siglo. Guerrero, Guanajuato, Estado de México, Michoacán, Tamaulipas y, más recientemente, Chiapas; desde luego, Sinaloa.

Estas entidades encabezan la lista de las más violentas de la república. La cifra de más de 180 mil homicidios dolosos y más de 50 mil personas desaparecidas en estos casi seis años resulta tremendamente dolorosa para miles de familias mexicanas.

La no-violencia es sin duda una muestra de lo mejor de lo humano, es la actuación suprema de la corteza sobre el cerebro reptiliano: inhibir, contener, limitar. Todos podemos ser capaces de ello, pero ¿qué nos está pasando? ¿por qué no se está deteniendo la violencia?

En términos legales la violencia designa las acciones contra las personas, incluidos homicidio, asalto, acoso, tortura o violación. Esta definición ha variado en el tiempo y en las diferentes culturas.

El sacrificio humano, el infanticidio o la tortura fueron (y desafortunadamente aún lo son) conductas aceptadas e incluso promovidas por ciertos grupos humanos. Me pregunto: ¿existe una causa y una cura para las actitudes criminales? Me temo que aún no lo sabemos, pero sí sabemos que se puede contener y ordenar la conducta de una sociedad para convivir en paz. 

A pesar de que la historia humana es la historia de la violencia, seguimos debatiendo este tema, sin encontrar la salida de este laberinto mortal que tantas vidas ha costado.

La personalidad psicopática o antisocial es un trastorno, que se da con violencia, y se caracteriza por despreciar los derechos de los demás. Comienza en la infancia o adolescencia y continúa hasta la vejez. No estamos sugiriendo que los asesinos, aquí o en cualquier parte del mundo, tengan necesariamente un trastorno antisocial, seguramente existen algunos así, pero no son la mayoría de ellos.

Las personas que sufren estas alteraciones desde su niñez pueden mostrar conductas delictivas tales como: destruir propiedad ajena, atacar, robar, torturar animales, abusar de otros o tener ocupaciones ilegales, pero son una minoría de los integrantes de las organizaciones criminales.

Aducir trastornos mentales para explicar el crimen o para justificar formas de gobierno autoritarias que afectan a la sociedad, son recursos baratos para disfrazar diversas formas de violencia o de falta de empatía. 

Resulta indignante para los habitantes de muchos puntos de nuestro país el escuchar pedir “un mínimo de responsabilidad” a los delincuentes o amenazar con acusarlos con sus abuelitas.  O decir que depende de que “se pongan de acuerdo grupos delincuenciales antagónicos” para poder vivir en paz. 

¿Qué podemos esperar de nuestras autoridades que hacen este tipo de declaraciones? Muy poco, creo yo.

La sutil diferencia entre el mal en estado puro y la enfermedad mental es algo no suficientemente estudiado. Sin embargo, después de ver la brutalidad en la que estamos viviendo y la irresponsabilidad de las autoridades para contener la violencia me inclino por pensar que estamos definitivamente bajo el imperio del mal. 

POR TERE VALE

COLABORADORA

@TEREVALEMX

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