Su origen es de una humilde familia jalisciense, donde su madre, al quedar viuda, emigró con sus dos hijos hacia Baja California para ejercer su profesión de profesora de educación primaria, en compañía de su hermana Jovita.
Así pues, José Luis Andrade Ibarra creció en un barrio humilde de Mexicali. A instancias de su madre maestra, se inscribió en la naciente Normal Nocturna para trabajadores, egresando en la primera generación. Siguiendo el ejemplo de sus mentores, dio clases en “la Nocturna” durante varios años.
Deambuló en varias localidades como maestro de primaria y destacó por su verbo e interés por sus colegas, particularmente los maestros rurales. Esa actitud de servicio le permitió llegar a secretario general de los maestros estatales. Como líder, acordó la regularización del sistema de educación secundaria, mismo que en Baja California antes de los ochenta descansaba en las cuotas que aportaban los padres de familia y el trabajo en buena medida voluntario de docentes.
Para lograr esa negociación, José Luis encabezó un paro que duró una semana: suceso sin precedente en el joven estado 29. El maestro Andrade escaló al comité nacional, donde llegó a la secretaría general y desde esa posición, gestionó y obtuvo un valioso tabulador salarial para los profesores -sobre todo, los de niveles inferiores y administrativos-; esto fue en el periodo del presidente López Portillo.
A mi juicio, su mayor contribución como dirigente nacional del magisterio fue la creación de la Universidad Pedagógica Nacional, acorde con el propósito de dignificar la profesión docente.
José Luis fue mi maestro en la secundaria y en la normal. Después lo traté cuando fue primero líder local y después nacional. Su encendida oratoria movía montañas y comprometía a los cuadros de la dirección gremial.
Sin duda su mayor virtud ha sido la modestia, que se traduce en una vida discreta y sobria, después de haber pasado por la cumbre del sindicato magisterial, sin obtener beneficios personales o familiares y haberse retirado a una jubilación al margen de escándalos, frivolidades o estridencias.
POR ANTONIO MEZA ESTRADA
COLABORADOR
MAAZ