Soy parte del equipo fundador de El Heraldo de México en su nueva época, iniciada en 2017. Escribo esto con orgullo porque hoy termina mi ciclo en el histórico periódico que revolucionó la industria en su primera aparición en los 60: apostó por los colores y fotorreportajes y trascendió. Relanzarlo y posicionarlo a 13 años de su desaparición sería imposible, sentenciaron algunas voces.
Hubo quien apostó por que seríamos como un suspiro y nos extinguiríamos tras las elecciones de 2018. Publicar esta columna y hacer crónicas en el diario por el que pasaron admirados periodistas como Luis Spota o Vicente Leñero ha sido de las mejores experiencias en mi vida profesional.
El 19 de septiembre de 2017 un terremoto azotó México, y narrar en estas páginas que a 369 personas no solo las mató el sismo, sino la corrupción, la impunidad, el olvido e incluso la falta de cultura cívica es uno de los momentos más duros de mi trayectoria, pero también apreciado por la libertad para dejarlo en la memoria histórica.
Hasta la generación que me antecede, tener columna en un periódico importante garantizaba muchas cosas, pero cuando me tocó ser autor de la propia, la clásica forma de informar estaba cambiando a nivel global. Como columnista me tocó ser el jamón del sándwich, porque debía mostrarme entre las vacas sagradas de la opinión nacional y enfrentar un nuevo auge en redes sociales y nacientes influencers que a partir de la comedia e informalidad abordaban temas de política y sociales cautivando a las audiencias.
Hubo que defender el espacio día con día en estas páginas. Muy pronto, gracias al riesgo asumido por Angel Mieres Zimmermann, presidente del Consejo de Administración, acompañado de la dirección ejecutiva de Franco Carreño, terminaron de constituir el Heraldo Media Group, y con la dirección editorial de Alfredo González hicieron historia en la consolidación de una casa editorial que es clave en la transformación del periodismo a través de la integración de todas las plataformas, incluyendo la digital, con un enfoque de diversidad, equidad e inclusión.
En El Heraldo pude ocupar espacios destacados en TV y radio con el Informativo de Fin de Semana, desde hace cinco años, donde me tocó narrar en vivo, sin guion ni escaleta, otros grandes acontecimientos, como la confirmación del COVID-19 y ser, junto con Sofía García —con quien inicié el programa—, los primeros en hablar con un mexicano en Wuhan, China. Desde su apartamento y con mascarilla puesta, Daniel Stamatis nos relataba el horror vivido en la zona cero del planeta.
También me tocó ser de los primeros en dar la noticia de la muerte del ídolo de la música regional Vicente Fernández, así como la de Chabelo, quien condujo uno de los programas más longevos de la televisión mexicana, y más recientemente, la carta de El Mayo Zambada, y cómo cimbraba a la clase política nacional y deterioraba las relaciones diplomáticas con EU.
Los retos de la comunicación seguirán siendo grandes cada día, como luchar contra la desinformación en tiempos de la IA y el uso responsable de la misma. Creo también que es urgente reflexionar y debatir sobre cómo el periodismo debe enfrentar las poderosas narrativas del oficialismo que muchas veces suelen engañar, pese a datos oficiales, para distorsionar la realidad y hacer creer que estamos bien. Estoy seguro que en El Heraldo encontrarán las formas de honrar a las audiencias.
Gracias por la confianza que me brindaron mis jefes, gracias a cada uno de mis compañeros, por ser mi refugio, mi apoyo y mi inspiración, pero sobre todo gracias a ustedes queridos lectores, televidentes y radioescuchas por su invaluable respaldo para poder ejercer, parafraseando a Gabriel García Márquez, el oficio más bonito del mundo.
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UPPERCUT: ¡Hasta pronto!
POR ALEJANDRO SÁNCHEZ
COLABORADOR
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@ALEXSANCHEZMX
MAAZ