El 8 de septiembre de 2022, horas después de que el Reino Unido anunció el fallecimiento de la Reina Isabel II, empezaron a llover llamadas hacia todas las sedes diplomáticas británicas apostadas en el mundo. Libros de condolencias se abrieron y decenas de arreglos florales llegaban para compartir el dolor británico. En el caso de nuestro país una Secretaria de Estado telefoneó a la sede diplomática en la Ciudad de México. Sin embargo, para sorpresa de quien le contestó, no hubo expresión de condolencias por el acontecimiento recién sucedido, sino una solicitud de boletos VIP para los próximos conciertos que brindarían Roger Waters y Ringo Starr en la capital mexicana. ¿Si sabes que estamos de luto?, inquirió la persona que tomó la llamada.
En Londres es famoso ese episodio, junto con muchos más, como el hecho de que el presidente Andrés Manuel López Obrador nunca envió una carta de condolencias por el fallecimiento de Isabel II. Fue el único Jefe de Estado que no lo hizo, algo que ni siquiera Kim Jong Un omitió. A ello habría que sumar la peculiar personalidad de Josefa González Blanco, la embajadora mexicana en la capital británica, que es sujeta del cotilleo por su exagerada pronunciación del inglés. Dice “Septémbaaa…”, según los ingleses. “Ni siquiera nosotros pronunciamos así”, se comentaba cuando la conocieron allá en algunos círculos en 2021. Tras estos acontecimientos en Reino Unido se decidió convocar a la embajadora prácticamente de manera única a los eventos estrictamente protocolarios.
Pero no solo con Reino Unido se coleccionaron dislates. En Moscú, por ejemplo, el Embajador mexicano Eduardo Villegas es el hazmerreír de los rusos por sus singulares atuendos. Desde hace tiempo adoptó unas gafas que le permiten emular el estilo de León Trotsky, y a veces su fantasía se sublima utilizando sacos y sombreros similares a los de aquel personaje asesinado con un piolet en Coyoacán. Villegas “es una falla del sistema”, dicen en Rusia. Sus rasgos son famosos en amplios círculos diplomáticos europeos. Ni Lavrov se atreve a tanto.
Nuestra diplomacia quedó desprestigiada en el mundo durante este sexenio. Recuérdese el rechazo a otorgar el beneplácito a Pedro Salmerón por parte de Panamá en 2022. Esto orilla a que el próximo canciller Juan Ramón de la Fuente deberá enviar señales muy claras en los primeros días de octubre, tan pronto como asuma su nuevo rol, para corregir esta disfunción internacional.
El mundo ya no resiste más a un México con diplomacia chabacana, en la que personajes como Roberto Canseco salen a las calles de Quito a tratar de detener un vehículo policial que arrestó a un prófugo de la justicia ecuatoriana; o en la que Leopoldo Michel Díaz grita improperios a diestra y siniestra en Shanghái mientras es videograbado.
Merecemos más.
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POR: CARLOS MOTA
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