COLUMNA INVITADA

Harris, carácter, carisma y fuerza

Kamala Harris ganó el debate contundentemente. Tanto es así que su partido quiere otro encuentro en octubre

OPINIÓN

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Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Heraldo de México

Kamala Harris ganó el debate contundentemente. Tanto es así que su partido quiere otro encuentro en octubre. Trump no ofreció sino su peor —o su único— yo y “mordió el anzuelo” a los 15 minutos, cuando lo cuestionó sobre el tamaño de sus mítines políticos y el hecho de que la gente se sale de ellos aburrida, cansada de más de lo mismo.

A partir de ese momento, Trump se descompuso y sonó como el abuelo necio que interrumpe las fiestas con comentarios negativos y diciendo que todo tiempo pasado fue mejor.

Las casas de apuestas que miden desde el extranjero las preferencias electorales se movieron tres puntos a favor de Harris en el propio debate, una reacción quizá exagerada, porque ningún debate decide por completo las elecciones, pero como una muestra clara del “KO” brutal que Harris le propinaba a Trump. Una persona con inteligencia se preguntará cómo es posible que estemos viendo esto de nuevo.

¿Cómo es posible que este hombre sea quien por tercera ocasión les pida el voto a los estadounidenses repitiendo mentiras? 35 mentiras, según los analistas televisivos. Algunas realmente ridículas, como repetir el bulo de que en Springfield, Ohio, los migrantes haitianos se están comiendo a las mascotas de sus vecinos.

Harris persiguió a Trump en este y otros puntos francamente risibles con soltura, pero también con un envidiable manejo de expresiones no verbales, como ponerse la mano en la barbilla, alzando las cejas e implicando, ¿de verdad tenemos que escuchar a este hombre otra vez?

Desde el inicio, con cierta ironía, pero con fuerza, fue ella quien se acercó a Trump, le tendió la mano y se presentó diciendo: “Kamala Harris, tengamos un buen debate”. Si fuera esgrima fue el primer “touché”, perfecto por sutil. Los moderadores no solo estuvieron bien, sino que interrumpieron a Trump cuando las mentiras eran realmente atroces; como cuando afirmó de nuevo que ciertos estados tienen leyes que permiten matar a los bebés ya nacidos.

Allí Kamala “se fue a la yugular”, como debía ser, en derechos reproductivos. Sabe que es uno de los fuertes argumentos de su campaña. Trump nunca pudo —porque alienaría para siempre a su base ultraconservadora— afirmar si prohibiría o no nacionalmente el aborto y se enredó de nuevo con balbuceos, mentiras, y humor involuntario: “Yo soy el mejor en fertilización”.

De allí todo fue cuesta abajo para Trump. Particularmente brutal fue cuando Harris le espetó que era curioso que alguien con tal historial criminal se atreviera a hablar de los crímenes de los “millones de migrantes que han llegado a destruir el país”, una línea cansina que él y su candidato a la vicepresidencia repiten. O cuando le dijo: “81 millones te corrieron del puesto de presidente”.

Al final del debate, Trump recordó que sus asesores le dijeron que repitiera la línea de ataque que usó contra Hilary. Trump enfurecido, fuera de control, preguntó a la audiencia televisiva por qué no había hecho todo eso que proponía en los tres años y medio de vicepresidenta. El ataque funciona, pero relativamente, pues el puesto de Harris no es el de quien dirige la política pública de su país.

Es increíble que Trump defendiera su manejo de la pandemia. No hay mayor torpeza que haberles dicho a los estadounidenses que el virus se iría, que se inyectaran cloro, que no pasaría nada. La cantidad de muertos fue tan brutal que hay pocas familias en las que no haya habido el deceso de alguien cercano.

Es un traspié político mencionar tus flaquezas como virtudes. Peor aún poner como ejemplo de un líder mundial que se respeta a Víctor Orban, un autócrata declarado. Los debates no existen para convencer a tu base —a veces, como en el caso de Trump, inamovible— de que voten por ti, sino para conquistar a los indecisos y a los independientes.

Harris destruyó esta posibilidad para Trump mostrando su “hubris”, diciéndole una y otra vez que sus propios generales pensaban que era una desgracia y mostrándolo pequeño, acorralado. El ego de un narcisista apaleado por una mujer fuerte, carismática, inteligente y además sensata. Porque lo que más falta del otro lado es sentido común, sensatez, normalidad.

Con un manejo del “timing” perfecto, la “cereza del pastel” fue el inmediato respaldo de en la cuenta de Instagram Taylor Swift a Kamala y Tim Walz.

En un largo mensaje a sus fans no solo ponderó a Harris y a su compañero de fórmula, sino que explicó sus razones firmando irónicamente: “Una dama soltera con gato”. Swift se retrató con Benjamin Button —su gato y el personaje del cuento de Fitzgerald—en un gesto que dio, como el debate mismo, la vuelta al mundo.

POR PEDRO ÁNGEL PALOU
COLABORADOR
@PEDROPALOU

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