DESDE AFUERA

Unas elecciones raras

Para algunos analistas políticos estadounidenses, la elección de este año será más que extraña, caótica y hasta desestabilizadora

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Para algunos analistas políticos estadounidenses, la elección de este año será más que extraña, caótica y hasta desestabilizadora.

En gran medida, ya es una temporada rara. Por un lado, la candidata presidencial demócrata, la vicepresidente Kamala Harris, lo es hace menos de dos meses, y como emergente, sin el escrutinio y sin los compromisos y vínculos forjados en una campaña primaria. 

Es en muchos sentidos, una candidata que no ha sido probada, pero que tiene como grandes ventajas primero, no ser Donald Trump y en segunda instancia, su asunción como una "guerrera feliz", que ha traído frescura y esperanza a sus correligionarios aunque también dudas surgidas de su pobre actuación en la campaña de 2020.

El candidato republicano, el expresidente Trump, es probablemente el principal factor de caos y de desestabilización política. Con seguidores leales casi hasta el fanatismo y una estrategia política que sólo puede definirse como extraña, ha hecho declaraciones que sacuden la política, que hacen temer por la democracia y que incluso desafía en el sentido común. Pero aun así no pierde popularidad.

Si Harris no está probada, Trump lo está. Su gobierno entre 2016 y 2020, fue considerado caótico, personalista, y sus declaraciones actuales, que van de encarcelar a todos sus enemigos, al anuncio de gigantescos “Pogroms“ contra inmigrantes indocumentados, harían temblar cualquier candidatura, pero él parece determinado a comprobar lo que ya dijo alguna vez, que si asesinara a alguien a plena luz del día en la quinta avenida de Nueva York, saldría indemne.

Para los demócratas es evidencia de que es inestable y un peligro para la democracia estadounidense.

Para los republicanos, que es el candidato del cambio y que hará regresar los años dorados de los Estados Unidos. Que esos años nunca lo fueron en realidad es cierto, pero la gran mayoría de sus seguidores parece feliz ante la posibilidad de regresar a una época en que el control parecía plenamente en manos de blancos, anglosajones, protestantes, sin la molesta presencia de minorías, étnicas, religiosas o sexuales, y con las mujeres calladas y en un lugar secundario.

Que esas son las promesas de campaña y probablemente nunca puedan concretarse. Importa poco. Lo que interesa es la idea del regreso a la seguridad que, aún no supuesta, era de potencialidad suprema, de prosperidad, sin límites.

Trump hace una campaña en la que subraya que no puede perder, excepto por trampas de sus adversarios. De acuerdo con las encuestas, la competencia es cerrada, tanto que la separación, entre él y Harris, es de décimas de punto o menos de dos puntos en los llamados estados claves donde se jugará la elección.

Son, por tanto, unas elecciones bajo amenaza de violencia. Algo desacostumbrado en los Estados Unidos por más de un siglo y algo que bien podría crear una crisis mundial.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                  

@CARRENOJOSE

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