El fantasma de la destrucción avanza en el Congreso. La mayoría oficialista avasalló con la aplanadora que antes criticaba, pero que hoy le resulta muy conveniente, todo llamado a reconsiderar los efectos negativos de la Reforma Judicial. Tantas décadas de denunciar gobiernos sordos, para terminar siendo uno de ellos.
El asunto se discutirá esta semana en el Senado. Ahí se define si seguimos el camino de la democracia, o si viviremos presos de la venganza presidencial.
Podemos descontar que las legislaturas estatales frenarán la reforma, y que las suspensiones judiciales cobren efecto. Las primeras seguirán el cantar morenista, y las segundas enfrentan el desacato confeso de legisladores complacientes. Este es el México que a Morena le gusta: uno de sumisión en donde manda la ley del más fuerte.
No es tarde para insistir con las y los senadores que estamos ante una votación que partirá en dos la historia moderna de México. Se necesitan los 43 votos de la oposición para reforzar la división de poderes, y empezar a construir una reforma a la justicia por y para la gente, no para concentrar el poder ni darle gusto a un jefe político.
Una mayoría oficialista de 86 votos marcaría una ruta muy distinta, la del desmantelamiento del Poder Judicial y la sustitución de la lógica jurídica por los incentivos electoreros. Ruta que abre las puertas a jueces, magistrados y ministros cooptados por el crimen organizado y el oficialismo.
México pondría en riesgo la inversión y el empleo, y pondría a primera cruz en la revisión del TMEC en 2026. Vaya tribulación para la futura presidenta.
Como nunca, la patria necesita a la oposición. Si se mantiene firme, podremos prevenir los riesgos al crecimiento, desarrollo, seguridad e inversión, que asoman con las reformas de la revancha obradorista.
Todos debemos mantenernos firmes: sociedad civil, estudiantes, trabajadores judiciales, grupos empresariales. Parafraseando a Churchill, si la democracia mexicana dura unos mil años, que los mexicanos del futuro digan “aquella fue su hora más gloriosa”.
Ojalá esto lo comprenda la oposición, y también Morena. Tampoco le vendría mal comprender al Presidente del CCE, Francisco Cervantes, quien anduvo muy activo, visible y aplaudidor en los eventos de campaña morenistas, y que ante todas las ocurrencias destructivas del régimen, ha sido pasivo y escurridizo, mientras sus representados se juegan la vida en la línea de la defensa frente a la arbitrariedad y la delincuencia organizada.
CUMULONIMBUS. “Os dieron a elegir entre el deshonor o la guerra. Elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra”, Winston Churchill.
POR BOSCO DE LA VEGA
COLABORADOR
@BOSCODELAV
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