Los mercados públicos son esenciales en el territorio, pues facilitan el intercambio de bienes, ideas, tradiciones y conocimientos colectivos. A lo largo de la historia, estos espacios han sido motores de cambio, pues reflejan la diversidad de valores y personas en las comunidades. Los mercados promueven el comercio local, mejoran el bienestar social y económico al permitir que pequeños productores vendan directamente al consumidor, y fortalecen el sentido de pertenencia cultural. Ambientalmente, apoyan la sostenibilidad al reducir la huella de carbono y priorizar la venta de productos locales.
En México, los mercados han sido cruciales desde tiempos prehispánicos. Pasaron de los tianguis callejeros en plazas a estructuras permanentes a finales del siglo XIX. Durante el Porfiriato, surgieron ejemplos emblemáticos como el Mercado Juárez en Oaxaca o el Mercado Hidalgo en Guanajuato. Sin embargo, el mayor desarrollo de este tipo de edificios se dio entre las décadas de 1950 y 1960, con la construcción de numerosos mercados en todo el país. Destacados arquitectos participaron, como Pedro Ramírez Vázquez o Félix Candela.
Esto formaba parte de la política del Estado de Bienestar, que buscaba reducir desigualdades socioeconómicas a través de la construcción de edificios públicos con sentido social, como lo fueron la Ciudad Universitaria o las clínicas familiares del IMSS. Sin embargo, esta idea de arquitectura para la ciudad se fue perdiendo, y en las últimas tres décadas, la construcción y rehabilitación de mercados públicos disminuyó significativamente.
Considerando lo anterior, en este gobierno de la 4T impulsamos una visión que equilibra la creación de riqueza con su justa distribución, fortaleciendo el tejido social y centrando la infraestructura pública en las personas. En cinco años, se han construido casi 80 mercados en 18 estados y 46 municipios, con una inversión cercana a los 2,100 millones de pesos. Las obras abarcan más de 380 mil metros cuadrados; el equivalente a 20 Zócalos de la CDMX.
De esta manera buscamos revitalizar el comercio local y servir como centros de encuentro, cultura y aprendizaje colectivo. La revitalización de los mercados públicos no solo mejora la infraestructura comercial, sino que fortalece la cohesión social y cultural, así es posible tener comunidades con vínculos más estrechos.
Todos estos mercados han sido diseñados por la Sedatu para ser funcionales, estéticamente agradables, y de bajo mantenimiento. Nueve de ellos han recibido premios nacionales e internacionales de arquitectura y urbanismo, reconociendo tanto su diseño como su beneficio social. Estas acciones, parte de #LosCimientosdelaTransformación, abren una nueva faceta en la ejecución de obra pública en el país.
POR ROMÁN MEYER FALCÓN
SECRETARIO DE DESARROLLO AGRARIO, TERRITORIAL Y URBANO
@MEYERFALCON
MAAZ