El lunes pasado, los mercados internacionales amanecieron con la noticia de la caída de las bolsas asiáticas, resaltando la de Tokio (índice Nikkei) con un 12.4%. De acuerdo con la firma London Stock Exchange Group (LSEG), el mercado bursátil japonés perdió en esa jornada todo lo que había ganado en dos años. Ya se ha hablado en demasía que una de las causas de esto fue la apreciación del yen con respecto al dólar (155 yenes por un dólar aproximadamente) y los temores a que la economía de los Estados Unidos entre en recesión. De mantenerse esas presiones para la economía mexicana, los efectos los veremos muy pronto en una mayor inflación gracias a la alza de precios de los productos que importamos del mundo, especialmente de China, Corea y Japón, nuestros principales socios comerciales en Asia, y de donde traemos una gran cantidad de insumos, bienes de capital, maquinaria y equipo que ayudan a que el motor exportador de México sea eficiente y competitivo en América del Norte, sin restarle importancia a nuestros otros mercados de exportación, es decir, la propia Asia, Europa y América Latina.
En este sentido, cobra mayor fuerza el plan México recientemente anunciado por el Gobierno Federal y las declaraciones del Secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, respecto a dejar de depender de las importaciones desde China, con quien de acuerdo con el Banco de México, a finales del año 2023, teníamos un déficit comercial de alrededor de 103 mil millones de dólares. Si bien es cierto que la sustitución de importaciones procedentes de China podría aliviar el déficit señalado, también es importante resaltar que muchas de esas importaciones son fundamentales para el aparato productivo mexicano, es decir, estamos importando para exportar. Un cambio en la política comercial tendría que estar sujeto a una política industrial que de alguna manera blindara a la economía mexicana de esta clase de vaivenes que son parte de una economía internacional interdependiente y que de alguna manera es inerte a las contradicciones del propio sistema capitalista que rige hoy en día.
En este sentido, es preciso subrayar que el desacoplamiento de la economía mexicana de las importaciones asiáticas, especialmente del mercado chino, puede ser una realidad, pero se necesita tiempo para llegar a completar la buscada sustitución de importaciones de bienes de capital. Pero antes se requiere una estrategia que vaya de la mano con la oleada de inversiones que están llegando a México o que pronto aterrizarán en el contexto del nearshoring y una política de incentivos públicos para que el empresariado mexicano o conglomerados existentes participen en planes como el llamado “México”. De la misma manera, es necesario conocer de mano de los expertos lo qué sucede en el contexto de los procesos de integración regional en el mundo. Es por esto que celebró la reciente firma del convenio de colaboración de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU), especialmente con el Centro de Estudios Comparados de Integración (CRIS) con el CIDE que albergará una sede que tendrá, entre otros objetivos, impulsar líneas de investigación y publicaciones concernientes a los procesos de integración regional con Asia y América Latina desde una perspectiva del Sur Global. Felicidades al CIDE.
POR ADOLFO LABORDE
PAL