ANÁLISIS

Venezuela, Bolívar, y la voz de Iglesia

El dolor del pueblo venezolano traspasa el mero recuento de los votos

OPINIÓN

·
Rodrigo Guerra López / Análisis / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Estudié durante diez años en el “Colegio Simón Bolívar” de la Ciudad de México. Aún recuerdo cómo los lasallistas nos hacían aprender los datos biográficos del “libertador de las américas” y organizaban concursos sobre su vida. Mi papá, un cierto día, me regaló un libro intitulado: “¿Quién fue Simón Bolívar?”. Al dármelo, comentó: “Bolívar fue un héroe que defendió la libertad y que supo luchar por hacer prevalecer la voluntad popular”.

Esta aproximación infantil a Bolívar dejó su huella: mucho antes que en la universidad tuviéramos que estudiar sobre la “voluntad general”, el aprecio por el valor de la voz del pueblo, me llegó por mi padre, que admiraba a Bolívar, a Hidalgo y a San Martín.

El pensamiento de Bolívar ha sido objeto de las más variadas interpretaciones: falangistas, conservadoras, liberales, socialdemócratas, y por supuesto, socialistas. Esta pluralidad de miradas no debe de extrañar, ya que Bolívar fue tanto un ávido lector del pensamiento ilustrado, como un creyente católico. Su fe religiosa, que en ciertos momentos pareció ser eclipsada por sus convicciones masónico-liberales, con el tiempo se acentuó, para sorpresa de algunos.

Mirando el incierto escenario que priva en Venezuela tras el reciente proceso electoral, de inmediato pienso en el dolor del pueblo que tanto indignaba a Bolívar. El “dolor del pueblo” no es una expresión metafórica ni una frasesita sentimental: es el motivo profundo, el disparador afectivo, que impulsó el pensamiento y la actividad independentista. El “dolor del pueblo” es parte de ese plebiscito cualitativo que da contenido y peso al sufragio cuantificable. El dolor tiene algo siempre de inefable. Es una realidad que desborda lo que las pobres palabras logran expresar. Y en la coyuntura actual, esto no es la excepción.

El 16 de diciembre de 1826, Simón Bolívar escribía: “¡Venezolanos! Ya se ha manchado la gloria de vuestros bravos con el crimen del fratricidio. ¿Era ésta la corona debida a vuestra obra de virtud y valor? No. Alzad, pues, vuestras armas parricidas: no matéis a la patria. (…) ¡Venezolanos! Os empeño mi palabra. Ofrezco solemnemente llamar al pueblo para que delibere con calma sobre su bienestar y su propia soberanía (…). Allí el pueblo ejercerá libremente su omnipotencia, allí decretará sus leyes fundamentales. Tan sólo él conoce su bien y es dueño de su suerte; pero no un poderoso, ni un partido, ni una fracción. Nadie sino la mayoría es soberana.”

Los obispos venezolanos, en un comunicado luego de las elecciones, han afirmado: “reiteramos nuestro llamado a hacer relucir la voluntad popular expresada en las urnas. Esta es no sólo una exigencia de la legislación venezolana, sino también ética. Solo así se impondrá la verdad de los hechos sobre cualquier posible manipulación de los mismos, y reinará la paz y la confianza entre todos los venezolanos.” Por su parte, el Papa Francisco, remató el pasado domingo: “Dirijo un llamamiento sincero a todas las partes a buscar la verdad, a ejercer la moderación, a evitar cualquier tipo de violencia”.

Quiera Dios que la máxima transparencia prevalezca en el recuento oficial de los votos. Sólo así podrá darse un paso nuevo hacia un más pleno reconocimiento de la “voluntad popular” de los venezolanos.

POR RODRIGO GUERRA LÓPEZ
SECRETARIO DE LA PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA
E-MAIL: RODRIGOGUERRA@MAC.COM

EEZ