DESDE AFUERA

La izquierda latinoamericana, a prueba

Es muy dudoso que que la mayoría haya votado por prolongar el gobierno de Maduro para otro sexenio y tal vez otro mas en 2030. Porque es un dictador

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Vamos a ver. O los venezolanos son tontos de capirote y votaron mayoritariamente por un gobierno represivo, responsable de una crisis económica que lleva ya más de una década y producido el éxodo de más de siete millones de personas, o el régimen de Nicolás Maduro pretende “pintar un violín” al resto del mundo y en abuso de amistad y solidaridad dejar a los gobiernos de Brasil, Colombia y México en ridículo.

Si el primer supuesto fuera cierto, habría que callarse la boca. Pero aunque como todo país, Venezuela debe tener su ración natural de tontos, ingenuos o idealistas –que no son lo mismo, aunque puedan parecerse en la forma de actuar–, es muy dudoso que la mayoría haya votado por prolongar el gobierno de Maduro para otro sexenio y tal vez otro más en 2030. Porque es un dictador.

Aunque sea “de izquierda”, es un dictador. Pero es posible. Como también que haya vida en otros planetas, y puede que eso sea más fácil de probar que la veracidad de los reclamos de mayoría de Maduro, proclamado Presidente Electo de Venezuela por un Consejo Electoral que está bajo su égida, con un Tribunal de Justicia que sigue la línea que él le dicta, con el respaldo de un Poder Legislativo donde la mayoría le es obediente y de unas Fuerzas Armadas nacionales bajo su control.

Puede ser que los casi ocho millones de personas que dejaron Venezuela los últimos años sean todos los descontentos que había. 

O que los esfuerzos de la izquierda democrática por asegurar una salida política a lo que puede ser un desastre humanitario no preocupen a Maduro. A menos que la negociación sea una forma de ganar tiempo, acelerar la represión y asegurar lo que importa, el poder. Y si los rumores son ciertos, hasta el crimen organizado favorece sus pretensiones.

Pero ¿Y las actas del voto? Bueno. Las únicas conocidas son las que muestra la oposición, y todo indica que son auténticas. Y lo que dicen es que el candidato opositor ganó de manera irrefutable. Pero al final del día, ¿a quién importa cómo vote un pueblo que decide pasar por alto la promesa de un socialismo que nunca llega y solo aprovechan unos cuantos o hacer caso del descontento producido por pobreza, inflación, falta de oportunidades, represión política, delincuencia?

Puede ser que los casi ocho millones de personas que dejaron Venezuela los últimos años sean todos los descontentos que había. 

O que los esfuerzos de la izquierda democrática por asegurar una salida política a lo que puede ser un desastre humanitario no preocupen a Maduro. A menos que la negociación sea una forma de ganar tiempo, acelerar la represión y asegurar lo que importa, el poder.

Y su permanencia tal vez sea lo que interesa a sus aliados y a otros que probablemente odiarían ver que Venezuela cayese en manos otra vez de grupos aliados, esta vez con una figura de derecha, María Corina Machado. 

Que la democracia ofrece la posibilidad de vencer a Machado y sus aliados, como ya pasó, es una espera que al parecer no interesa a muchos que pregonan su defensa mientras en la oposición y deciden reformarla a su conveniencia cuando llegan al poder. Justo como hace la derecha.
 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS  

COLABORADOR   

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM        

@CARRENOJOSE1

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