Culmina la Legislatura 65 de la Cámara de Diputados en la que tuve el honor y el privilegio de coordinar al Grupo Parlamentario de Acción Nacional. Durante este periodo asumimos con plena responsabilidad nuestro papel de oposición, haciendo propuestas de reformas, impulsando una agenda alternativa de país basada en la realidad, construida sobre bases técnicas y con información de primera fuente… no con otros datos.
Propusimos bajar el costo de la gasolina, la disminución del IVA en la frontera, la deducción del 100% a las colegiaturas, la reducción de los costos de electricidad considerando las condiciones particulares de los municipios, el regreso de las estancias infantiles, poner un freno al feminicidio, una agenda a favor del medio ambiente, la protección a la economía familiar entre otros temas de la mayor relevancia para los ciudadanos.
Con la misma pasión con la que impulsamos iniciativas a favor de México, nos opusimos a la aprobación de asuntos propuestos por el titular del Ejecutivo que, lejos de ser positivos para el desarrollo del país, consideramos que formaban parte de una agenda regresiva, como la reforma a la industria eléctrica o la reforma electoral que pretendía dar un golpe contundente a las instituciones garantes de nuestra democracia.
Dimos una defensa a ultranza de órganos constitucionales autónomos que son pilares de la gobernanza de nuestro país, como el INE, el INAI, que han sido el blanco de las fobias presidenciales. Nos manifestamos en contra de los recortes al presupuesto en salud, en ciencia y tecnología, en deporte, en arte y cultura; en contra de la militarización del país con la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, o la reforma educativa que está acabando con el sistema educativo y que olvidó a las niñas y niños de México.
En los últimos años fuimos testigos de las actitudes de un gobierno que quiso imponer su voluntad a costa de lo que fuera. Pudimos observar las peores prácticas legislativas por parte del grupo mayoritario en aras de complacer al presidente de la República; una bancada de legisladores a los que se les ordenaba aprobar todo lo que llegara por parte del Ejecutivo. El presidente enviaba y ellos cumplían sus órdenes al pie de la letra. Una mayoría oficialista irreflexiva, acrítica, sumisa.
Hasta los últimos días de la legislatura vimos una bancada que actuaba por dictado y que nunca tuvo la voluntad de encontrar su propia voz, como lo ha sido con el proceso de dictaminación de las reformas constitucionales presentadas por el ejecutivo, entre las que se encuentra la reforma al poder Judicial y, como estaba previsto, con la simulación de unos foros públicos en los que no se atiende la expresión de los expertos en los diferentes temas. Como fue costumbre, se legisló sobre la base de la urgencia y no de la relevancia de las propuestas.
En la Cámara de Diputados los números no nos ayudaban para impulsar muchas de nuestras iniciativas, pero mostramos nuestra entereza para no dejar nuestro país a capricho presidencial. Dimos la pelea desde la tribuna parlamentaria y desde el trabajo en comisiones para que el oficialismo no acabara con lo mucho que habíamos avanzado en materia de derechos, de libertades, de democracia, y de políticas públicas para combatir la desigualdad, la pobreza, la inseguridad y el ingreso familiar.
Propusimos el diálogo y no fuimos escuchados, mucho menos atendidos. Para nosotros siempre fue fundamental que hubiera espacios de comunicación entre los poderes. Los actores políticos debemos entender que este país no se gobierna solo ni por una sola persona. El hecho de que el presidente contara con una mayoría afín en el Congreso, no podía ser la excusa para excluir a nadie del diálogo y del debate de los asuntos públicos. El mayor ideal democrático consiste en evitar cualquier tipo de exclusión en la toma de decisiones.
La legislatura 66 tendrá como premisa una nueva distribución de las fuerzas políticas en el Congreso. La Cámara de Diputados tendrá una mayoría calificada afín a la presidenta de la República que, de facto, reducirá al mínimo la posibilidad de generar consensos y limitará casi por completo el diálogo entre los poderes.
El gobierno federal podrá dar cauce a su agenda legislativa que, como ya hemos visto a lo largo de este sexenio, es sumamente regresiva en referencia a la organización del Estado y de las instituciones democráticas de nuestro país. Morena y sus aliados han sido proclives a eliminar los contrapesos republicanos.
Desde Acción Nacional insistiremos en una agenda democratizadora y no dejar libre ningún espacio de representación para denunciar y advertir sobre los peligros de la concentración del poder en pocas manos. Estamos listos para el reto como lo hemos hecho a lo largo de nuestra historia. Aquí estamos y aquí seguiremos en la tarea de democratizar a México.
Que nos escuchen quienes no nos han querido escuchar: este país lo construimos todos, desde el gobierno, desde la oposición, desde la sociedad civil, desde lo que cada ciudadano tiene para contribuir, con su capacidad y talento, al desarrollo de nuestro país. Es tiempo de ver, con altura de miras, por el futuro de la patria. Bienvenida una nueva legislatura, la número 66 en la historia de México.
POR JORGE ROMERO HERRERA
DIPUTADO
@JORGEROHE
MAAZ