Las palabras del Quinto Presidente Más Popular del Mundo (QPMPDM) retumbaron cruelmente en los oídos del Doctor Patán: “Vamos a tener una muy buena presidenta –dijo, entre otros elogios de naturaleza profética–. Por eso, aunque vayan a gritarme allá a Palenque… (Aunque ) vayan ahí a pedir que yo ayude en algo, de una vez les digo: yo ya cumplí”. “¿O sea que es cierto?”, me obligué a aceptar por fin con el corazón en un puño. “¿Nos deja huérfanos?”
No me malinterpreten: no hay enojo en mis palabras. Es cierto: tendremos a la mejor presidenta de México y el mundo, y sobre todo es cierto que un padre, por mucho que sea el padre de todos los mexicanos, en plan casi bíblico, tiene que permitir en algún momento que sus hijos vuelen libres, en este caso rumbo al futuro luminoso de la patria recuperada. Pero caray: duele. Así que el Doctor Patán vio la escena como en una película permeada de melancolía.
En La Chingada, en una hamaca, con la computadora portátil en la panza y un vaso de jugo de piña miel al alcance de la mano, las aves canoras del trópico ardiente cantando a voz en cuello, el patriarca escribe, según lo prometido, esa obra maestra dedicada al pueblo de México.
“Adonde quiera que iba, en pos de la reivindicación de los pobres, bajo la consigna de que, por el bien de todos, van primero, el pueblo bueno se arremolinaba con miradas de gratitud y con esa generosidad que caracteriza a los mexicanos, que siempre tuvieron un taquito, una doradita, un tamalito de chipilín que ofrecerme”.
En eso, llegan los gritos desesperados desde afuera, desde ese camino de terracería con sus puestos de frutas multicolores y sus perros vagabundos: “¡Quinto Presidente Más Popular del Mundo, vuelva! ¡La patria lo necesita!”.
Paciente, el QPMPDM se asoma entre las rejas y explica: “Tienen que acostumbrarse a estar sin mí. Yo ya sembré. Les toca aprender a cosechar”, deja caer con esa potencia metafórica que lo distingue. De vuelta en la hamaca, teclea: “Recordaba entonces a Benito Juárez, un presidente tan importante que por eso a Mussolini sus padres lo llamaron Benito, como expliqué ante los ojos admirados de los líderes del mundo, y…” “¡Le suplicamos, señor! ¡Aunque sea un año más!”, se escucha entonces.
La duda lo aguijonea por un momento: ¿tal vez una diarquía, Claudia-QPMPDM, por el bien del Pueblo Bueno? Después de todo, en Palacio Nacional hay mucho espacio: todos cabemos. Pero la decisión está tomada. Al QPMPDM le ha llegado la hora de consagrarse a la escritura. Con lágrimas en los ojos, se encasqueta unos audífonos, deja sonar “El necio”, del inmortal Silvio Rodríguez, y remata el párrafo: “El pueblo mexicano tiene valores ancestrales, cultivados a lo largo de diez mil millones de años, que lo mantienen alejado de vicios como el fentanilo y el divorcio”.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
MAAZ