Estimado presidente Biden:
Si esta carta llega a sus manos, y espero que la intervención de la compañera Alicia Bárcena, nuestra canciller, así lo propicie, se preguntará por qué un ciudadano mexicano cualquiera se permite dirigirse al presidente del país más poderoso del mundo como si fuera un igual, un par; como un jefe de Estado o de gobierno, pues. La respuesta es que esto ya cambió.
La transformación encabezada por Andrés Manuel López Obrador, reconocido como el Quinto Presidente Más Popular del Mundo (en adelante, QPMPDM), ha convertido a nuestro México, antes que nada, en una democracia popular en la que todos podemos participar de la vida política, y, enseguida, en –por fin– una tierra digna y soberana que no se arrodilla ante ninguna potencia.
Para usar una referencia al cine clásico mexicano que a usted probablemente no le resulte ajena, con el liderazgo del QPMPDM hemos abandonado por fin el complejo de Tizoc para convertirnos, todos y cada uno, en Pípilas dispuestos a dejar la vida por la defensa del suelo patrio.
Me presento. Soy el Doctor Patán, reconocido por mis contribuciones en el campo de la salud mental y, sobre todo, por mi compromiso con la Cuarta Transformación de la Vida Pública. El motivo de esta carta es sumarme a la voz del QPMPDM y exigirle respetuosa pero firmemente que ponga un alto a la agresión imperialista contra nuestro país, encarnada en el financiamiento de varias agencias del Gobierno que usted encabeza, destacadamente USAID, a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, una organización complotista que encabeza una campaña de mancillamiento de las reputaciones de nuestras figuras más prístinas, más honestas, más ajenas a la corrupción y más comprometidas con el cambio; a la aristocracia del espíritu, que es una aristocracia de izquierdas, me permito decir.
Me refiero a figuras como la del licenciado Manuel Bartlett, un patriota de cuya honestidad no quedan dudas, particularmente a partir de una columna llena de dignidad republicana a cargo del periodista Jorge Zepeda Patterson; de Rocío Nahle, madre generosa, proveedora de gasolina soberana y recientemente empoderada por el pueblo veracruzano, cuyos destinos guiará con honestidad y eficacia; y, particularmente, a los hijos de nuestro presidente –los Bodoques, como los llamamos cariñosamente en el movimiento–, unos muchachos que han sufrido el más cruel de los bulings cuando su único pecado es dedicarse humilde y afanosamente a la chocolatería y, fieles a las enseñanzas de su padre, al disfrute de la gastronomía nacional y el bienestar de los desposeídos.
Pónganle un alto, presidente Biden, lo conmino con base en los principios de la fraternidad universal, a esta actitud injerencista. Reciba, por lo demás, un saludo afectuoso de
El Doctor Patán
Patria o muerte, venceremos.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
MAAZ