COLUMNA INVITADA

El voto popular en el Congreso mexicano es la evolución democrática de México

A raíz de los resultados electorales del pasado 2 de junio, los partidos de oposición

OPINIÓN

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Jorge Argüelles Victorero / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

A raíz de los resultados electorales del pasado 2 de junio, los partidos de oposición, representantes del antiguo sistema político, han iniciado una controversia mediática y presentado recursos jurídicos para obtener por otros medios lo que no pudieron ganar a la buena en las urnas. Como gente de izquierda, progresista, considero que el argumento de la sobrerrepresentación de Morena en el Congreso mexicano no es sino un artilugio legaloide para negar lo que el voto popular manifestó rotundamente a favor de la Cuarta Transformación, y es una manera también de negar la evolución democrática de nuestro país.

Es innegable que la victoria de Morena en las urnas fue contundente, reflejo de un claro mandato del pueblo mexicano. Si ganamos la mayoría de los distritos electorales, si la mayoría de las y los mexicanos votaron por nosotros y nuestros aliados, es justo que nuestra representación en el Congreso sea realmente proporcional a los votos obtenidos. Lo anterior como acto de justicia a la evidente y directa manifestación de la voluntad popular, ignorarlo o esgrimir argumentos distintos es una distorsión de ella.

Pienso que estos momentos son oportunos para hacer un breve recuento histórico y no olvidar que, durante décadas, los partidos tradicionales mantuvieron un sistema que los beneficiaba a ellos y a las élites detrás de ellos mientras ignoraban las necesidades de las mayorías, las necesidades del pueblo. Ellos dicen que nuestro movimiento quiere una sobrerrepresentación en el Congreso, lo que evidencia su constante discriminación a la mayoría.

Contrario a lo que dicen, y de manera positiva, nosotros argumentamos que hoy se trata de darle verdadera representación al pueblo de México para poder contrarrestar el poder de los de siempre, de esos grupos de interés que históricamente han bloqueado cambios significativos y que le han negado bienestar a nuestro país. Nosotros exigimos lo justo porque el pueblo nos dio la responsabilidad para implementar las políticas progresistas necesarias sin la obstrucción constante de quienes se benefician del actual “status quo”.

Para entender la importancia de estos momentos, deberíamos recordar la historia política de México, como aquella era del partido hegemónico cuando el PRI dominó el escenario político mexicano manteniendo una mayoría absoluta en el Congreso, mayoría que a menudo rayaba en la unanimidad y que siempre fue ilegítima; no podemos olvidar esos tiempos donde se limitaba severamente la representación de voces disidentes y alternativas políticas.

Y tenemos que traer al presente que fue hasta fines de los años 70 que, como consecuencia de muchos movimientos sociales —con trágicos y condenables desenlaces—, vinieron reformas graduales que empezaron a abrir algunos espacios a la oposición, y la introducción de diputados de representación proporcional fue un primer paso para reflejar la pluralidad política en el Congreso.

Más de dos décadas después, la reforma de 1996 fue clave para la alternancia del año 2000, una alternancia fallida, una alternancia sin cambios, sin transformación, una alternancia que no valoró a quienes les dieron la oportunidad, porque pesar de los cambios en el poder Ejecutivo, las estructuras fundamentales del sistema político y económico permanecieron intactas para beneficiar a los mismos grupos de poder.

En este contexto histórico, los resultados obtenidos por el pueblo de México, y manifestados a través de Morena, deben considerarse como una corrección necesaria tras décadas de negarle a las fuerzas progresistas y populares su peso y valor verdadero. El 2 de junio se nos otorgó en las urnas los votos necesarios para tener la mayoría calificada en el Congreso, una mayoría que permitirá conseguir la estabilidad suficiente para realizar las reformas estructurales que se necesitan y que por tanto tiempo se le han negado a México.

Sin esta mayoría, corremos el riesgo de caer en un estancamiento legislativo que solo perpetuaría la desigualdad y la injusticia social. La transformación real requiere acción decisiva, no negociaciones interminables que diluyen el cambio.

Es importante recordar que según la interpretación actual de la Constitución y demás leyes secundarias, la representación de Morena en el Congreso no necesariamente cae en la sobrerrepresentación, pero lo que sí es evidente es que se trata de un argumento que hoy configuran los de siempre y aprietan la interpretación de la ley para alinearla a sus intereses, para seguir beneficiándose de las reglas actuales, como lo hicieron en el pasado, interpretan la ley a contentillo y conveniencia dadas las circunstancias y coyunturas que les toca. Por ejemplo, el PRI y el PAN han aprovechado interpretaciones similares de la ley para maximizar su representación en diferentes momentos de la historia reciente, y ahí, para ellos, la ley era justa.

Aunque Morena tenga una mayoría en el Congreso, los poderes fácticos —como las grandes corporaciones y los medios de comunicación— siguen teniendo una influencia desproporcionada en la política mexicana. La sobrerrepresentación es la de ellos, sobrerrepresentación legislativa, sobrerrepresentación de sus intereses y el abuso histórico de la ley ante su disminuida convocatoria política. Hoy, a Morena le corresponde un número alto de legisladoras y legisladores por vía de la representación proporcional, porque es momento de un contrapeso para equilibrar la balanza y para dar voz a los que han sido históricamente marginados.

La representación del pueblo a través de Morena y aliados en el Congreso mexicano es para cumplir con lo planteado: la reforma al sistema judicial para que sea más accesible y justo para los mexicanos. Es para que se puedan llevar a cabo las reformas económicas progresistas necesarias, reformas económicas que permitan una distribución más equitativa de la riqueza nacional y fortalecer los programas sociales. Consolidar la reforma energética, revertir las privatizaciones y fortalecer las empresas estatales y, además, legislar para seguir fortaleciendo los derechos de los trabajadores y la democratización de los sindicatos.

La representación de Morena en el Congreso es voluntad del pueblo, y es la opción para evitar que los intereses creados por décadas sigan obstaculizando el progreso de México. Desde la Cuarta Transformación vemos este momento como la oportunidad de seguir haciendo historia para impulsar cambios reales y duraderos en beneficio del país, después de décadas de políticas neoliberales y de un sistema que favorecía a unos pocos, la representación de Morena en el Congreso es el catalizador necesario para la verdadera transformación de México.

POR JORGE ARGÜELLES VICTORERO

COLABORADOR

@JORGEARGUELLESV

MAAZ