Terminaron los Juegos Olímpicos, y lo que sigue es enfocarse en quién será el nuevo director de la Conade, toda vez que el ciclo de Ana Guevara está llegando a su fin. La administración que deja, por más que ella se empecine en insistir que los resultados históricos la avalan, está lejos de ser verdad.
Por decir lo menos, su gestión como la máxima funcionaria del deporte ha sido una pesadilla para los atletas; sobre todo, con quienes se confrontó, pero también con aquellos que le dieron por su lado para evitar ser víctimas de sus abusos y revanchismos. Si algo aprendieron los deportistas en el sexenio es que ser amigo de la directora era muy rentable, y ser su enemigo era sinónimo de echarse un alacrán en la espalda.
También supieron que mientras la directora de la Conade los golpeaba e intentaba, según ella, llamarlos al orden, el presidente Andrés Manuel López Obrador se encargaba de apapacharlos dándoles dinero para intentar compensar esos malos tratos.
Guevara les cerraba la llave o los exhibía, y la respuesta del mandatario era ponerles estímulos en los bolsillos, sin importar sus resultados.
Recordemos que, aunque no ganaran medallas en los Juegos Centroamericanos o en los Panamericanos, por el simple hecho de haber competido, todos los participantes se llevaron un dinero que hizo rabiar a Guevara.
Aquí valdría usar la expresión coloquial ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre para que la próxima persona que tome las riendas del deporte entienda que a los atletas hay que darles lo que en justicia merecen, pero que las medallas tampoco se ganan llenándoles las bolsas de dinero.
Lo que un deportista necesita es un equipo multidisciplinario completo, los viajes a campamentos y competencias, sin que las federaciones ayuden a inflar sus precios y todos los insumos que les permita tener la mejor preparación, y sí una beca que compense sus resultados. Nada más, pero nada menos.
Sobre todo, se necesita un funcionario con aptitudes para administrar, y sensibilidad para tratar dignamente a los atletas cuando tengan la razón y también cuando no la tengan. Son dos los candidatos sólidos para encabezar la Conade, el clavadista en retiro y exdiputado del PAN, Rommel Pacheco, y el exportero del América, Moisés Muñoz. La presidenta electa Claudia Sheinbaum aún no se ha decantado, pero urge ya el anuncio para poder vislumbrar lo que le espera al deporte mexicano que, no olvidemos, estará en manos prácticamente de Morena por la cantidad de estados que gobernarán.
No podemos permitirnos otro funcionario que gane medalla de cobre en su gestión ni que administre desde la soberbia, porque sólo así se entiende que públicamente puedan salir de la boca de una servidora pública expresiones como: “me trago, me unto y me visto lo que me da mi chingada gana”.
POR BEATRIZ PEREYRA
COLABORADORA
@BEATRIZPEREYRA
MAAZ