DESDE AFUERA

Venezuela, ¿una crisis sin salida?

A cambio de un incremento de represión y lo que algunos llamarían lawfare contra sus adversarios y críticos, el ya abierto dictador venezolano Nicolás Maduro

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

A cambio de un incremento de represión y lo que algunos llamarían lawfare contra sus adversarios y críticos, el ya abierto dictador venezolano Nicolás Maduro sigue sin mostrar más pruebas que la fuerza de su autoproclamada victoria en las elecciones del pasado 28 de julio.

Y en el camino, dejó "colgados de la brocha" a los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Colombia, Gustavo Petro, y de México, Andrés Manuel López Obrador, que informaron de su intención de buscar salidas a la crisis.

Pero las acciones de Maduro ponen de relieve que sus intenciones fueron siempre de comprar tiempo y asirse del poder a como dé lugar.

Por ello busca dar "legalidad", que no legitimidad, a sus propuestas represivas. Su pretexto es evitar la llegada de "los fascistas".
Pero la verdad sea dicha, es que si Maduro pudiera alegar que él, personalmente, no es fascista, sus métodos sí lo son, y mucho.

De hecho, cualesquier métodos autoritarios son afines al fascismo, y mucho más cuando tienen la meta de sofocar la disidencia.

Como es el caso del actual gobierno venezolano. El problema es para los países vecinos.

Son las naciones de la región las que llevan ya, y seguirán llevando, el peso de la ineficiencia y el barbarismo de Maduro y el modo de gobierno que impone en Venezuela.

De acuerdo con las estimaciones de población, hay unos 34 millones de venezolanos, pero ocho millones de ellos salieron del país los últimos años y se espera, infortunadamente, que la actual represión y la incapaz administración madurista den lugar a una nueva ola de migrantes.

Cierto que puede referirse a las medidas de bloqueo económico impuestas por Estados Unidos, que evidentemente busca presionar para defender y adelantar sus propios intereses, como Rusia y China apoyan a Maduro en función de los suyos.

Pero la mayor parte del problema es interno, son decisiones mal tomadas, nacionalizaciones sin ton ni son, sobre la base de qué necesidad político-ideológica mata economía. Y efectivamente suele hacerlo.

El hecho es que los millones de venezolanos asilados en Colombia, Brasil, Perú, Chile, o en camino a los Estados Unidos, deben tener sus necesidades resueltas, y eso es a costo de los gobiernos receptores de los migrantes, que deben estirar sus recursos para resolver los problemas creados por el dictador venezolano.

Por lo pronto, la realidad es que mientras la crisis venezolana no tiene una salida que incluya la permanencia de Nicolás Maduro, el dictador venezolano parece tener bien amarradas las riendas del poder real: los poderes del estado –ejecutivo, legislativo, judicial– le pertenecen; el poder militar está a su servicio, y de acuerdo con sus detractores, tiene vínculos también con el crimen organizado.

La situación no es fácil. El mandatario Nicolás Maduro sigue y probablemente siga en el poder por el futuro previsible. Y que alguien confíe en él a riesgo de quedar en ridículo. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM           

@CARRENOJOSE1

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