APUNTES DE GUERRA

Reflexiones Olímpicas

Para ellos debe ir nuestro reconocimiento y una disculpa por la ligereza con la que muchos críticos de sillón pretendieron juzgarles

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

No sé a ustedes, queridos lectores, pero a mí los Juegos Olímpicos de Paris me han parecido los más simbólicos, más emotivos y más memorables de todos los que me ha tocado ver, con la obvia excepción de los de México ‘68.

Pocas ciudades en el mundo tienen tan armada la escenografía como Paris, y vaya que si supieron sacarle jugo desde la perspectiva visual, la histórica y, por supuesto, la de las imágenes.

Tantos sitios icónicos sirvieron de fondo para las justas deportivas que la ciudad de las postales de antaño fue ahora la de la televisión y las redes sociales, la de las imágenes memorables para un público que, sin importar su edad, creció con las películas, los libros y las crónicas de la épica francesa. De inicio a fin, estos Juegos fueron un paseo por esa historia.

Me quedo, para bien o para mal, con algunos momentos memorables:

  • La espectacular ceremonia de inauguración quedó marcada por la controversia acerca de si una puesta en escena era o no una irreverente e irrespetuosa alusión a la Última Cena, cuando en realidad era una alegoría de una obra clásica: El Festín de los Dioses. Los franceses, tan conscientes de la historia y de SU historia, creyeron que todos la entenderían, y no explicaron de lo que se trataba. Muchísimos cristianos se sintieron ofendidos y los organizadores tardaron en reaccionar. Falla mayúscula de comunicación que pudo haberse evitado con un poco de trabajo previo.
  • El escándalo en torno a dos boxeadoras, Imane Khelif y Lin Yu-ting empañó la hazaña de esas valientes mujeres que fueron falsamente caracterizadas como hombres, primero por un par de competidoras que fueron muy malas perdedoras y después, casi de la mano, por un organismo espurio del boxeo internacional al que casualmente el Comité Olímpico Internacional había excluido de Paris por sus múltiples pecados éticos. Y luego, algunos comentaristas con prejuicios mucho más grandes que sus mentes se sumaron a uno de los linchamientos públicos más vergonzosos de la historia olímpica.
  • El desempeño de los atletas mexicanos correspondió a lo que cabría de esperar de un país que no ha sido capaz de poner orden ni en las múltiples federaciones que “ordenan” diversas ramas deportivas ni tampoco en los dos organismos que deberían ser los rectores y que a duras penas son funcionales: la CONADE y el COM. Pleitos, rivalidades, celos, malos manejos, insensibilidad, falta de empatía y ceguera burocrática fueron los obstáculos principales a los que se enfrentaron muchos deportistas mexicanos, que aún así lo dejaron todo en la cancha. El conteo de medallas no refleja fielmente el tamaño de los esfuerzos de nuestros compatriotas.

Para ellos debe ir nuestro reconocimiento y una disculpa por la ligereza con la que muchos críticos de sillón pretendieron juzgarles. Merecen nuestro aplauso y la exigencia de que algún día las burócratas les permitan brillar.

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS 

GGUERRA@GCYA.NET   

@GABRIELGUERRAC

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