Cuando usted lea esta columna los Juegos Olímpicos de París 2024 ya habrán terminado; sólo faltará que se realice la ceremonia de clausura para dar cerrojazo a una competencia que tuvo momentos maravillosos, y en la que México si bien mejoró la actuación que tuvo en Tokio 2020 (cuatro bronces) no pudo cumplir con el objetivo de hacer historia con nueve o 10 medallas, expectativa que hizo pública la directora de la Conade, Ana Guevara.
En este espacio dijimos hace algunos días que lo más probable era que nuestro país alcanzara entre cuatro y seis preseas, y esto se cumplió con las cinco que se obtuvieron: tres platas de los clavadistas Osmar Olvera y Juan Manuel Celaya, la judoca Prisca Awiti y el boxeador Marco Verde, y dos bronces con el equipo femenil de tiro con arco, que integran Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz, y nuevamente Osmar Olvera, quien se convirtió en el rey de la fosa para México. Lugar 65 del medallero.
Si bien este resultado nos habla de que siguen siendo los clavados el deporte que saca la cara por el país, de que el tiro con arco ya está montado ahí también y que el boxeo es otro de los deportes que siempre nos salvan, es de destacar lo logrado por Awiti, al conseguir una primera medalla en el judo, donde no habíamos figurado.
A pesar de la alegría que nos dieron, la realidad es que México no pudo dar un salto de calidad y que, como siempre, se termina ganando el mismo número de medallas: tres en promedio, cuatro o cinco por justa olímpica. Es un sol que no podemos tapar con un dedo.
Como la Conade no hizo públicos sus análisis metodológicos para saber con base en qué criterio Guevara estimó que se obtendrían esas medallas, con todo y que este sábado, penúltimo día de competencias, en tres deportes se pelearon tres metales, con Randal Willars en la plataforma de 10 metros, Carlos Sansores en el taekwondo y Emiliano Hernández en el pentatlón moderno.
Si nos ponemos a suponer que si se hubieran ganado, México habría llegado a ocho, las mismas que se obtuvieron en Londres 2012, entonces se hubiera empatado la mejor actuación fuera del país. Hubiera. Habría. Son los tiempos verbales de lo que no pasó, y entonces la pregunta es: ¿por qué Guevara presumió resultados históricos en Juegos Centroamericanos y Panamericanos, como si estos fueran la antesala de grandiosos resultados olímpicos?
La realidad no puede maquillarse. Le toca ahora dejar el cargo de directora de la Conade como la peor administración que ha tenido el organismo, y abrir paso a alguien más que sí quiera trabajar y tener una relación cordial y de servicio para los deportistas. Sus horas como funcionaria están contadas, y que no se olvide que las dos medallas de clavados se obtuvieron, a pesar de que ella saboteó todos los deportes acuáticos.
POR BEATRIZ PEREYRA
COLABORADORA
@BEATRIZPEREYRA
MAAZ