Hoy parece claro que la invasión rusa a Ucrania derivó de acuerdos concertados entre dignatarios autócratas con la meta de imponer un nuevo orden internacional. También es claro que los protagonistas de estos acuerdos fueron Vladimir Putin y Xi Jinping, con el objetivo de socavar la imagen de fortaleza de las economías occidentales encabezadas por EU, como de encumbrar a sus países como ejes centrales de un nuevo modelo multipolar.
Pero la resistencia presentada por Ucrania ha sido heroica e inquebrantable, en defensa de su país, su cultura y valores nacionalistas más antiguos que los de muchos vecinos, entre ellos Rusia. Putin tampoco acertó respecto a la reacción de las democracias occidentales pues supuso que las diferencias coyunturales, particularmente entre EU y la Unión Europea, impedirían una acción conjunta contra el país invasor.
Fue una equivocación mayor. La respuesta unánime e inmediata de los países democráticos fue imponer un embargo que incluyó restricciones comerciales de todo tipo, así como el congelamiento de activos financieros rusos en Occidente y la remoción de entidades financieras rusas del sistema de pagos internacionales. Un consorcio de más de 50 países occidentales suministró armas, inteligencia y recursos a Ucrania, y países que hasta ese momento se habían mantenido neutrales, como Suecia y Finlandia, decidieron adherirse a la OTAN, en otra afrenta para el líder ruso.
Ante los reveses recibidos, Putin recurrió a la ayuda material y apoyo político de gobiernos del clan mundial de las autocracias, como China, Corea del Norte, Vietnam, Irán y otras, incluidas en lo que se ha dado por llamar “Países del Sur”, entre las que se encuentran naciones africanas y latinoamericanas que han votado en favor de la invasión rusa a Ucrania en foros internacionales.
No en vano durante el último año el presidente ruso ha visitado diversos países marcados por sólidos sistemas dictatoriales. En mayo pasado y para afianzar su creciente alineación política con China, Putin realizó su segunda visita a ese país en el último año. El premier chino le ha dado un valioso apoyo político y económico al mantenerse “imparcial” ante la invasión a Ucrania y convertirse en el mayor importador de hidrocarburos rusos.
Después de más de veinte años, en junio pasado, Putin visitó Corea del Norte, donde además de firmar con el presidente Kim Jong-un un pacto militar de ayuda mutua, acordó el intercambio de municiones y proyectiles a ser empleados en la invasión de Ucrania, a cambio de petróleo y tecnologías en apoyo al programa nuclear norcoreano.
A principios de julio, Putin asistió a la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái-OCS-, llevada a cabo en la ex República Soviética de Kazajistán. La OCS es un foro instituido en el 2001 enfocado hacia la seguridad regional y la cooperación económica. Tanto Putin como Xi buscan convertir a la OCS en un contrapeso asiático a la OTAN, que implicaría una cooperación mucho más profunda que su concepción original.
CITA: Putin desestimó la unidad del mundo democrático.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA POLÍTICO
@TIGRE_AGUILAR_C
MAAZ