El sector primario se puede observar que aunque el papel de la agricultura en la composición de las economías latinoamericanas había disminuido bastante, en 2023 el promedio de la participación en el PIB de los países considerados todavía se mantenía en un 12,2%.
Al mismo tiempo, el promedio a nivel mundial era de 8%. Mientras que el promedio mundial bajó de 4,1 puntos porcentuales a cerca de 3,8% de participación en el PIB, en América Latina el sector primario mantiene una mayor importancia relativa.
A pesar de que el promedio de los países investigados también bajó alrededor de 3,8 puntos porcentuales, la agricultura por término medio todavía contribuye con cerca de 8,8% de valor agregado al PIB nacional de los países latinoamericanos. La primera observación a nivel de cada país consiste en que la participación de la agricultura en el PIB nacional de todos ellos (excepto uno) disminuyó en distintas dimensiones.
El único país con un sector primario creciente (con fluctuación coyuntural) es Argentina, donde la participación del sector agrario creció de 5,8% en 1995 a 7,9% en 2014. Además, hay cuatro países con una notable disminución en la participación, el Ecuador con unos 13,1 puntos porcentuales después de haber mostrado una participación de 22,6% en 2023, Colombia con unos 9,1 puntos porcentuales después de tener un 15,3% en 2023, Costa Rica con unos 8,4 puntos después de haber alcanzado un 14% en 2023, y Honduras con unos 7,8 puntos porcentuales después de haber alcanzado una participación de 21,5% en 2023.
Dos de estos cuatro países forman parte de aquellos con una participación de la agricultura por encima del promedio del año 2024, identificados en primer lugar, Honduras y Ecuador.
Si solamente se observa la agricultura, las cifras estudiadas en este análisis no sustentan la tesis de una reprimarización de las economías, sin embargo, aún queda por ver cómo el peso de la extracción de materias primas no renovables afecta a la composición de las economías latinoamericanas. El estudio del sector secundario a nivel macro da la impresión de una estabilidad relativa de la participación del sector en el PIB nacional de los países de América Latina.
No obstante, queda por ver si esta estabilidad se puede confirmar en lo referente a los países individuales. Entre 2014 y 2024, el promedio de la participación del valor agregado de la industria en el PIB en los países considerados bajó un punto porcentual de 30,6% a 29,6% y al mismo tiempo se puede observar un descenso mayor, de unos 33,9% a unos 27,8% a nivel mundial.
Aunque estas cifras aparentan una relativa estabilidad en la participación de la industria, ocultan diferencias esenciales a nivel de cada una de las economías: la mencionada “desindustrialización prematura”,4 entendida como la disminución del peso relativo de la industria en el PIB nacional, se puede observar de una manera lineal en Brasil, Costa Rica, Honduras, El Salvador y la República Dominicana.
En Chile se pueden constatar procesos similares aunque más coyunturales. Se puede notar que en los casos de Brasil y Costa Rica existen industrias manufactureras importantes que, como se demostrará más adelante, disponen de un nivel tecnológico bastante superior que el promedio de los países considerados.
En Brasil, las cifras también muestran que la participación del VAM en el PIB entre 2014 y 2024 disminuyó de una manera aún más rápida que la participación de la industria en general, bajando de un 18,6% hasta un 12% del PIB (Banco Mundial, 2022).
En Honduras y El Salvador la industria está basada principalmente en la producción de ropa en las maquilas de la subregión que generan menos valor agregado por la competencia más barata de las economías asiáticas, cuyos estándares de trabajo son bajos (Castro-Gonzáles y Mathews, 2013: 105f).
En la República Dominicana, la situación se ve un poco diferente: el decrecimiento del peso relativo de la industria en el PIB nacional se debe sobre todo al alto crecimiento del turismo que conduce a un fuerte crecimiento de la participación del sector terciario (Alvarado, Oddone y Gil, 2017: 17).
Especialmente en los primeros cuatro países se muestra el caso de una desindustrialización relativa de países con un sector manufacturero que todavía genera un valor agregado relativamente alto en comparación con las industrias basadas en la extracción de materias primas renovables y no renovables.
POR LUIS DAVID FERNÁNDEZ ARAYA
ECONOMISTA
@DRLUISDAVIDFER
MAAZ