Se interpreta a la derecha como opuesta al cambio social, económico y político. La izquierda, en contraste, aparece en favor de la apertura política que el mundo, o al menos parte de él, está en un desplazamiento político hacia la derecha nadie puede negarlo. Y que de paso, la idea de derecha, o nuevo conservadurismo, abarca más de lo que muchos creemos sea confortable.
Y de que en parte son las propias complicaciones de los progresistas, o la izquierda si se le quiere llamar así, las que favorecen el retorno de los conservadores, o la derecha, también es correcto. Porque igualmente los errores, los excesos de la derecha invitan tarde o temprano al regreso de la izquierda.
Claro que no siempre se les llamó así. Los términos fueron casi accidentales: durante la Revolución Francesa, cuando la Asamblea Nacional votó en torno al poder absoluto del rey. Los que estuvieron a favor se situaron a la derecha del presidente de la asamblea, mientras quienes se opusieron se situaron a la izquierda. Bien pudo ser al revés.
En todo caso, hoy se interpreta a la derecha como opuesta al cambio social, económico y político La izquierda, en contraste, aparece en favor de la apertura política, sociedades más equitativas y menos fragmentadas o con igualdad de oportunidades.
Cada triunfo de la izquierda, o de la derecha, es presentado como definitivo. O casi. Hubo un Reich que quiso durar mil años; hoy algunos regímenes personalizados creen que serán eternos y que serán inmortalizados por leyes y decretos. Y por supuesto, siempre existe la tentación de imponer pensamiento. Como la Santa Inquisición -aunque haya sido católica-.
Pero hay otros factores. La cuestión no es tan simple como simplemente definirse como de izquierda o de derecha. El actual movimiento a la derecha es casi como una reacción al incapaz desempeño de los sectores tradicionales de centro o izquierda para responder a las demandas de sus ciudadanos, que no implican necesariamente un estallido de fervor marxista sino un surgimiento de bienestar económico, sino cumplir las esperanzas que despertaron. Toda acción tiene reacción, en otras palabras.
El tema es claro en Europa, por ejemplo: el gobierno conservador que llevó a cabo el BREXIT, la salida británica de l Unión Europea, fue casi barrido en las elecciones del jueves y el Partido Laborista fue el beneficiario. Se espera que haya pasos para reinsertar a la Gran Bretaña con la Unión Europea o lograr un nuevo modus vivendi.
Pero en Francia, la ultraderecha parece cerca de triunfar y lograr la mayoría en la Asamblea Nacional. En Alemania, el gobierno del socialdemócrata, Olaf Scholz, parece bajo constante y creciente presión del ultraderechista Alternativa para Alemania (AFD) y en Italia el gobierno del primer ministro derechista, Giorgia Meloni, presume de su solidez.
¿Ha respondido el gobierno de Joe Biden a las esperanzas de los estadounidenses? Probablemente no, al menos al nivel que hubieran querido. De haberlo hecho no estaría en los problemas que enfrenta. En ese marco, algunos creen que el engaño y la fuerza son los elementos necesarios para retener el poder y sus prebendas. Puede ocurrir, por un tiempo, pero tarde o temprano llegan consecuencias.
POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
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