COLUMNA INVITADA

Si Orson Welles viviera

Cuando Orson Welles generó pánico en su audiencia con la adaptación de La guerra de los mundos, nunca se imaginó que sentaría las bases de un estilo: el miedo es el mensaje

OPINIÓN

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Daniel Francisco / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México. Créditos: El Heraldo de México

Si Orson Welles reencarnara y quisiera ser “influencer” no la tendría tan fácil. Competiría contra jóvenes que antes de pronunciar su primera palabra ya editaban videos en los celulares y donaban sus balbuceos a las inteligencias artificiales (IA) para que las procesaran en sus océanos de archivos. ¿Qué saldrá de esos sonidos? Tal vez las claves para que las IA creen su propio lenguaje. 

Cuando Orson Welles generó pánico en su audiencia (¡la ilusión de todo cineasta y asesor de campaña!) con la adaptación de La guerra de los mundos, difundida en un programa de radio (en la noche de Halloween de 1938), nunca se imaginó que sentaría las bases de un estilo: el miedo es el mensaje.

Si se asomara hoy a la oferta de contenido digital se daría cuenta que la realidad y la ficción conviven en una pesadilla interminable, la línea que las dividía se rompió. Y muchos no tienen la necesidad de precisar, como lo hizo en aquella ocasión (1938) el director de Ciudadano Kane, que se trata de un ejercicio de ficción. A ciberespacio revuelto, ganancia de influencers

Sin preocupación alguna esparcen sus teorías conspiratorias, las que nos explican que nunca llegamos a la Luna o que sí (y más allá) y que tenemos seres de otro planeta en un hoyo en el desierto, que el cambio climático no existe y es promovido por un lobby ambientalista, etc. 

En un video de TikTok pude ver a tres españoles debatir sobre las bases secretas de los gobiernos donde alojaban a los alienígenas y se planeaba la defensa interestelar. Lo que me asombró fue la seguridad con que argumentaban. No sólo lo creían, eran felices, se sabían privilegiados al poseer esa verdad. Su rostro se iluminaba como el del profesor Langdon (Código Da Vinci) cuando descifraba un gran secreto.

Esos contenidos tienen una demanda. La ansiedad por respuestas rápidas hace que esos videos proliferen. Esos algoritmos tienen vida propia, al menos esa es la explicación que encuentro para que salgan en mis pantallas.  

Por Daniel Francisco

Subdirector de Gaceta UNAM 

@dfmartinez74