ENVÍO DIPLOMÁTICO

México y la Santa Sede. Una mirada Nueva. Parte II y final

El Estado vaticano coadyuvó en los esfuerzos mexicanos para sacar a los asilados en Bolivia

OPINIÓN

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José Luis Alvarado González / Envío Diplomático / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Contar con un aliado como la Santa Sede abre un abanico de posibilidades a la diplomacia mexicana.

En un contexto global cargado de incertidumbre e inestabilidad, la conjunción de esfuerzos entre México y el Estado de la Ciudad del Vaticano parece una opción viable capaz de incidir en el tablero mundial. La diplomacia papal, con un claro estilo de liderazgo ha obligado a los grandes poderes a voltear hacia la Plaza de San Pedro y escuchar a quien ahí habita.

El papa Francisco ha logrado convertirse en un líder que marca tendencias mundiales. Las distintas declaraciones, encíclicas y posiciones vaticanas armonizan con las posiciones mexicanas.

México y el Vaticano coinciden, por ejemplo, en la búsqueda de la paz y seguridad internacionales; en el fortalecimiento del sistema de Naciones Unidas y del Derecho Internacional; en el combate al terrorismo; impulsan una reducción y eliminación del armamento nuclear y trabajan por la prohibición de los ensayos nucleares; y, combate al narcotráfico y crimen organizado.

En el 60 aniversario de la Encíclica Pacem in Terris (Paz en la Tierra), durante su retorno de un viaje a Hungría el Papa Francisco reiteró que la Paz se hace siempre abriendo canales; nunca se puede alcanzar cerrándolos, destacando la importancia de la negociación y el diálogo, como únicas vías reales para alcanzar la paz.

En el ámbito de los derechos humanos y sociales los dos Estados proponen una mayor justicia social con desarrollo sustentable y una defensa plena de los derechos humanos. Concuerdan en distintos foros en la protección de los derechos de los migrantes e indocumentados; ambos se oponen a la pena de muerte, entre otros. Las últimas dos encíclicas Fratelli Tutti (2020) y Laudate Deum (2023), son una exhortación a la comunidad internacional a proponer la fraternidad y la amistad social como la ruta indicada para construir un mundo mejor, más justo y pacífico, con el compromiso de todos: las personas, las instituciones, el sector económico, las organizaciones internacionales y la sociedad civil.

La colaboración y acompañamiento de las causas mexicanas se ha cristalizado recientemente en varios asuntos importantes. El Estado vaticano coadyuvó en los esfuerzos mexicanos para sacar a los asilados en Bolivia. En Ecuador ayudó a gestionar el acompañamiento internacional local cuando la embajadora mexicana fue declarada persona non grata por el gobierno ecuatoriano y también tras el rompimiento de relaciones diplomáticas debido a la inaceptable violación de la inmunidad diplomática del inmueble que alberga la embajada de México en ese país.

Profundizar en la relación bilateral con el Estado de la Ciudad del Vaticano adquiere relevancia. Debe ser considerado no solo un aliado sino un actor relevante, cuyo capital diplomático podría utilizarse para avanzar en la solución de asuntos tan preocupantes como la guerra en Ucrania por la invasión rusa, donde una vez más las posiciones mexicana y vaticana coinciden.    

Sin menoscabo de la importancia que tiene la Iglesia Católica mexicana, a diferencia de otras representaciones diplomáticas acreditadas ante la Santa Sede, la Embajada de México no debe reducirse a una suerte de oficina al servicio de una iglesia nacional.

La función principal debe ser la de establecer y profundizar relaciones favorables a México; buscar puntos de coincidencia, respetar las divergencias y fomentar el apoyo hacia las causas mexicanas y hacia nuestro pueblo, gobierno y país, la Iglesia Católica incluida.

Franquear la “relación sui generis” y dar paso a una relación plena, con objetivos específicos, que atiendan a un mejor posicionamiento a nivel internacional, acorde con el tamaño y la importancia que nuestro país tiene e impulsar la defensa y promoción de sus intereses nacionales, así como los principios de la política exterior de México.

POR JOSÉ LUIS ALVARADO GONZÁLEZ
MIEMBRO DEL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO (SEM), CON FRANCO DE EMBAJADOR. ACTUAL JEFE DE CANCILLERÍA EN LA EMBAJADA DE MÉXICO ANTE LA SANTA SEDE. OPINIONES A TÍTULO PERSONAL.

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