ÁNGEL GUARDIÁN

Tesla hace agua en Nuevo León, pero no es el fin del mundo

Lo bueno es que Elon Musk no es un político. De otra manera, alguien lo debería estar llamando a cuentas porque no cumplió con lo que ofreció en su momento: poner en pie en un periodo de 12 a 15 meses la Gigafábrica que —supuestamente— debería estar ya en fase de pruebas en Nuevo León.

OPINIÓN

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Créditos: El Heraldo de México

Durante casi dos años, la llegada, el arranque, la puesta en marcha de la Gigafactory de Tesla en la zona metropolitana de Nuevo León era uno de los tres temas más candentes, junto con las jornadas de desabasto de agua y los dilemas políticos-electorales que involucraban al gobernador Samuel García, su esposa Mariana Rodríguez Cantú y al senador Luis Donaldo Colosio Riojas.

Pero, tristemente, lo que más vieron los abnegados residentes de esta región, fueron la Cybertruck que de pronto electromovilizaba a Sammy y los anuncios saludando la ya-merito-ahora-de-verdad-de-Dios-que-sí llegada de Tesla a la entidad.

Lo bueno es que Elon Musk no es un político. De otra manera, alguien lo debería estar llamando a cuentas porque no cumplió con lo que ofreció en su momento: poner en pie en un periodo de 12 a 15 meses la Gigafábrica que —supuestamente— debería estar ya en fase de pruebas en Nuevo León.

A pesar de que durante meses Musk insinuó que quizá, después de anuncios y promesas, la planta de más de 5 mil millones de dólares no se construiría… o sí… o quién sabe… en el Nuevo Nuevo León de los García se insistía que todo estaba en pie. A los dichos del gobernador, se sumaban los de su secretario de Economía Iván Rivas Rodríguez. Y a nivel federal, por meses se habló de una inversión firme y se aseguraba que algún modelo de Tesla llevaría el sello ‘Made in Mexico’.

Pero, como dirían los de la banda Intocable: ¿Y todo para qué?

Musk, que ya en la biografía que Walter Isaacson publicó en septiembre de 2023, había dicho que dudaba que México fuera una sede adecuada para los ingenieros de su Gigafactory, tuvo a muchos a los dos lados del Río Bravo entusiasmados, inclusive cuando desde la empresa se generaban señales negativas.

Una de ellas, de las más recientes, es cuando Eugenio Grandio salió de la empresa. En su último puesto en Tesla, Grandio fue asesor de Políticas y Desarrollo Empresarial en América Latina.

A Grandio se le veía como uno de los principales responsables de la llegada de Tesla a Nuevo León. De hecho, él negocio en directo con funcionarios del estado, desde Samuel García a Iván Rivas.

“Su salida no va a afectar” los planes de la Gigafactory en Nuevo León, dijo Rivas en su momento, debido a que, según él, “tenemos buena relación con otros ejecutivos en Tesla”.

Si se refiere al área que supervisa los planes de expansión de la empresa, Rivas quizá tenga que aclarar que el jefe de Grandio también salió de la empresa. De hecho, Rohan Patel, ahora exvicepresidente global de Desarrollo Empresarial de la empresa tenía una misión similar a la de Grandio: liderar los planes de manufactura de Tesla en la India. En pocos meses, los responsables de negociar plantas de Tesla en dos de los mayores mercados del mundo, salieron de la empresa.

DE LO PERDIDO…

Queda por ver qué se rescata de los planes de Tesla en Nuevo León. Por lo pronto, Rivas ha mencionado que el simple anuncio de la llegada de Tesla a la entidad movilizó a decenas de empresas proveedoras de la cadena de la electromovilidad, ya sea con operaciones directas o con la expansión de sus líneas de producción.

Por otro lado, la decisión de Tesla, que quizá pueda virar en función del horizonte político en EEUU y las propias dinámicas del mercado de vehículos eléctricos, no significa el fin de la industria en México.

La inmensa mayoría de reportes que se han visto en torno al futuro de la manufactura de electromovildad en el país refieren que crecerá sí o sí debido a las mismas dinámicas que detonaron el boom automotor: mano de obra calificada, ubicación geográfica, base instalada…  De hecho, México es el séptimo productor mundial de vehículos, el quinto exportador y uno de los mayores mercados por tamaño de la flota y de consumo local.

Como refiere Mexico Energy Partners, de Kijana A. Mack, se prevé que las ventas de vehículos eléctricos e híbridos alcancen la marca de 200,000 para 2030, lo que representa casi dos tercios del total previsto en América Latina de 300,000. Asimismo, se prevé que el mercado se expandirá entre un 25% y un 30% anual durante los próximos cinco años.

El valor del mercado de vehículos eléctricos, dice una proyección difundida por Statista, llegaría en 5 años a más de 5 mil millones de dólares. Es decir, por simple consumo el pronóstico es de vértigo.

Todo esto independientemente de si llega Tesla o no.

Quienes quizá abrieron botellas de champaña tras el anuncio de Musk sean los ejecutivos de armadoras chinas como BYD, Jetour o Chery, que han dejado saber a propios y extraños que tienen interés de invertir en grande en la manufactura en suelo mexicano. Entre las tres, de acuerdo con el Financial Times, tendrían listas inversiones que igualan los 5 mil millones de Tesla.

Ahí, se tendrá que considerar lo que ha sostenido Trump, de poner aranceles a los automóviles eléctricos de armadoras chinas ensamblados en México y que fue lo que dio entrada a la pausa al plan de Tesla en Nuevo León.

Desde ya, lo más probable es que Samuel García y su equipo, seguramente apoyados por la 4T y personajes como Jorge Islas Samperio, coordinador de Energía de Claudia Sheinbaum, estén siguiendo con ahínco las campañas presidenciales en EEUU, cada dicho de Donald Trump y Kamala Harris sobre manufactura y aranceles y, sobre todo, de inversiones chinas en México.

Por lo pronto, si acaso se le moviera una patita al plan Tesla y a fin de cuentas se retomara (con uno o dos años de rezago), Samuel y quienes convergen con él tendrán que convencer a Sheinbaum de que la planta, de ser construida, no afectará el acceso al agua potable.

En Nuevo León, como sabemos todos, manufactura, política y agua van de la mano.

AUTOR: Alejandro Ángeles

TWITTER: @alex_angeles