En Venezuela, Nicolás Maduro amenazó con un “baño de sangre” si pierde las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio. Por si fuera poco, agregó: “Si alguien se asustó por lo que dije que se tome una manzanilla”; esto último como chifleta al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien declaró ante corresponsales extranjeros que lo dicho por el dictador venezolano lo había asustado y que el sucesor de Chávez debería respetar el proceso democrático que el próximo domingo se llevará a cabo en su país.
Hay que mencionar que las diferencias entre Lula y Maduro vienen de tiempo atrás, cuando el presidente brasileño dijo: “cuando uno gana se queda, cuando uno pierde se va y se prepara para las otras elecciones”.
Un número importante de líderes de la llamada “izquierda” de América Latina han manifestado igualmente su desaprobación ante el discurso violento del que hace gala el dictador caraqueño. El expresidente de Argentina, Alberto Fernández, y los presidentes chileno y colombiano, Gabriel Boric y Gustavo Petro, respectivamente, han desaprobado —prudente y cuidadosamente— esta especie de guerra civil que se anuncia si es que el chavismo pierde en el proceso electoral del próximo domingo, después de 25 años en el poder.
Fernández y Boric han hablado de la necesidad de elecciones transparentes y de la urgencia de recuperar la convivencia democrática en el país de la injustamente inhabilitada María Corina Machado.
Por otro lado, países de regímenes híbridos o abiertamente dictatoriales como Cuba, Nicaragua, o México, han preferido no comentar nada ni pronunciarse con relación a las declaraciones de Maduro quien se ha ufanado en decir que su gobierno es la “perfecta unión cívico-militar-policíaca”. Así, abiertamente, ha presumido el apoyo incondicional de los militares y sus policíacos esbirros con el propósito de intimidar a la ciudadanía.
La situación en Venezuela a unas cuantas horas de las elecciones es de una tensión extrema. El chavismo se encuentra muy desgastado y la mayoría de las encuestas dan como triunfador al candidato de la oposición Edmundo González Urrutia. Este último apoyado incondicionalmente por la política más popular de la oposición en Venezuela: María Corina Machado, inhabilitada por el dictador con el objetivo de eliminarla del juego político.
Ante la inminencia de su derrota Maduro se aferra al poder y la represión se hace más evidente para intentar frenar su descalabro. Los ataques del chavismo contra la libertad de expresión, el control sobre los medios impresos y electrónicos han sido y son el sello de este régimen autoritario que al fin ve que está cerca de perderlo todo.
La participación masiva de los venezolanos en la votación del próximo domingo será decisiva para poner fin a un oficialismo que desprecia los derechos humanos y las libertades.
Termino con una frase de Simón Bolívar, personaje histórico que nada tiene ni tuvo que ver con Chávez ni con Maduro: “Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”.
POR TERE VALE
COLABORADORA
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MAAZ