El “argumento” desde Palacio contra los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es el resentimiento y frustración, surgido de la exigencia de quien creció en “la cultura del mínimo esfuerzo y el máximo provecho” los CUMIEMAP, los cumies, precisamente contrario a la cultura del esfuerzo, contrario al empeño para alcanzar metas y condiciones de vida logradas con trabajo y tesón, prefieren dádivas chantajeando, adulando, amenazando.
Porque aún está fresco en la memoria el chantaje de quemar pozos petroleros en Tabasco, sin reparar en el daño que pudiera causarse al país, no a un sector, no a una paraestatal, no a un gobierno, a la nación y a los mexicanos, ese mismo pretexto con que se ha pretendido engañar a todos, privilegiando, “según”, la soberanía de la nación.
La diatriba palaciega contra lo que en su lenguaje inventado ha llamado fifís, fachos, conservadores, “adversarios”, “neoliberales”, utilizando el mismo método que usara Joseph Goebbels, famoso propagandista nazi de Hitler, quien sostenía que a la muchedumbre hay que darle un pretexto, fabricarle un enemigo —los judíos fueron la víctimas y el grupo social sobre el que capitalizó y centró sus odios—, para que en su contra dirijan todas sus frustraciones, resentimientos y rencores que unifiquen e identifiquen en el odio, porque Goebbels también sostenía que las pasiones y los impulsos humanos mueven a las masas, odio-amor mueven montañas.
Así de ese mismo modo, el gobierno actual —decíamos— ha utilizado esa estrategia, las mismas frustraciones de los cumies personas surgidas de “la cultura del mínimo esfuerzo y el máximo provecho”, los cumies que sin esforzarse buscan beneficiarse egoístamente, y cuyo lema es: “chígatelos, porque atrás te vienen chingando”.
Si pagamos con cacahuates, contratamos changos. Entre trabajadores, es común que quienes laboran con esfuerzo físico, ignoran o desprecian el trabajo intelectual, los escuchamos decir: “uy que cómodo el patrón, nomás ahí sentadito”, mientras cargamos costales de cemento, nos llenamos de tierra, el arquitecto nomás llega a ordenar.
A los abogados les acusan de cobrar mucho por escribir cinco hojitas sentados cómodamente; no desarrollamos la “cultura del reconocimiento al trabajo intelectual”, tanto que cuando se le pregunta a alguien que sabe la forma de cargar sin lastimarse, no se reconoce que saber cargar sin lastimarse también es conocimiento intelectual, saber cómo hacer las cosas es conocimiento que tiene un valor, el Know how, el “saber cómo”, de los gringos que aún en México no se valora ni reconoce.
A los cumies les molesta que ganen más y exigen, como a la Suprema Corte, que les bajen salarios, jamás se les ocurriría, buscar la excelencia para ganar más, como ellos, por eso son cumies, que todos ganen menos. Mínimo esfuerzo, máximo provecho.
POR EDUARDO SADOT
COLABORADOR
@EDUARDOSADOT
MAAZ