COLUMNA INVITADA

Educación y control

A la fecha, MEJOREDU ha estado a la altura de las expectativas de sus creadores: adulando la creación y distribución de los nuevos libros de texto gratuitos

OPINIÓN

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Ana Lilia Herrera Anzaldo / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Nada de transiciones hacia la democracia, ni de personas libres y críticas. El cambio de régimen va y tiene, desde este sexenio, a la educación pública como instrumento por y para mantener el poder.

El centro de atención, por supuesto, en los potenciales votantes, a los que en la campaña de 2018 prometieron que no habría más rechazados para ingresar a los niveles medio superior y superior, pero sólo les dieron una reforma constitucional de papel: la de 2019, que estableció la gratuidad y obligatoriedad de la educación superior, pero quedó en mero enunciado al incumplirse el mandato que la mayoría oficialista aprobó en la Cámara de Diputados, a propuesta de la bancada del PRI: crear un fondo de recursos federales que, de forma progresiva, concretaran este derecho.

Destaca ahora el nombramiento de un político y militante al frente de la Secretaría de Educación Pública, la más poderosa del gobierno federal, no sólo por el presupuesto y la nómina magisterial que maneja, sino por la oportunidad de incidir en millones de maestros, estudiantes y, por tanto, en el destino del país.

El gobierno de los “otros datos”, sentó las bases para consolidar su narrativa sin la incomodidad de las evaluaciones a lo que denominó la “Nueva Escuela Mexicana” y para lograrlo, desapareció el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE) y al estilo de la casa (lo mismo, pero más barato) creó la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU): con el mismo objetivo, pero sin autonomía, con menos atribuciones y menor presupuesto. 

A la fecha, MEJOREDU ha estado a la altura de las expectativas de sus creadores: adulando la creación y distribución de los nuevos libros de texto gratuitos, en lugar de analizarlos y, quizá por ello, en silencio sobre los resultados de la Evaluación Diagnóstica Nacional, que pretendía conocer los aprendizajes fundamentales alcanzados por los alumnos de educación básica, desde segundo de primaria hasta tercero de secundaria, en las áreas de Lectura y Matemáticas. Claro, no puede evaluarse lo que ya no se enseña.

Complacencia que no será reconocida, pues como el INSABI, que nació y murió –sin dar frutos-- en el mismo sexenio, Mejoredu está en la mira del Plan C del Ejecutivo, para desaparecer, en aras de la austeridad y la simplificación administrativa, pues “duplica funciones y tareas del ejecutivo federal”.

El nuevo régimen, que lo mismo incumple con la obligatoriedad y gratuidad de la educación inicial, adoctrina en educación básica y falló al prometer acabar con el rechazo de estudiantes, ahora promete (sin explicar cuál será la alternativa) desaparecer el examen de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (COMIPEMS), cuyo objetivo fue tener un proceso único de admisión, que fuera objetivo, transparente y justo. 

Creado en 1996, este sistema evitó a los estudiantes tener que presentar un examen de admisión distinto por plantel o subsistema educativo y funciona a través de una combinación entre lugares disponibles y puntaje alcanzado, es decir, no se trata de aprobar o de reprobar. 

Tampoco se trata solamente de crear las muchas escuelas que faltan para evitar rechazados, sino de la CALIDAD educativa. Sí, esa palabra que el próximo secretario de Educación avaló con su voto siendo senador el sexenio pasado y que el actual presidente de la República y la bancada de su partido, borraron de la Constitución y de sus acciones. ¿O las universidades Benito Juárez que crearon, pueden considerarse de calidad? ¿Ingresar a ellas es una de las primeras opciones o aspiraciones de la juventud mexicana?

¿De qué nos sirven escuelas y certificados sin aprendizajes? Sirven para abaratar el mercado laboral y para el clientelismo electoral. La desigualdad educativa en México, empieza con una mala alimentación, falta de acceso a servicios de salud y a educación inicial en la primera infancia y se va ensanchando en proporción al desmantelamiento de instituciones y presupuestos, que de por sí eran insuficientes… 

Sin duda la deserción escolar en el ingreso a bachillerato y educación superior es la más alta en el país y un atractivo gancho electoral para primo votantes, pero será motivo de frustración cada vez mayor, si nuestra juventud no puede acceder a la educación pública de calidad que merece y que el Estado mexicano está obligado a darle.

POR ANA LILIA HERRERA ANZALDO

DIPUTADA FEDERAL REELECTA
@ANALILIAHERRERA

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