MALOS MODOS

Prosa poética para el hermano Andrés

Híjole: el QPMPDM es un demócrata, pero, estarás de acuerdo, no es un hermano, sino un padre. Un padre de pueblos. Tata Andrés

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Habrán visto las ráfagas de lírica que le dedicó la Poetísima de Campeche al Quinto Presidente Más Popular del Mundo (QPMPDM). No sé a ustedes, pero a su Doctor Patán le provocaron reacciones encontradas. En términos generales, no puedo más que celebrar el empuje poético la compañera, el pulso literario de esa voz llegada de la península indómita, de esa hija del jaguar y el mar azulado.

Su Doctor, como ella, celebra que el esfuerzo de los 27 años de militancia al lado del QPMPDM por fin hiciera florecer la montaña, porque, como ella, también siente que al lado de él hubo que escalar unos riscos escarpadísimos, y que luego de la escalada nos quedamos con unas lecciones increíbles.

Como mi Lay, siento que me atraganto con las lágrimas, un ahogarse que uno apenas logra sobrellevar con un buche de whisky que, ¡ay!, no logra quitar la sal que deja tanto llorar ante el vacío que asoma en el horizonte.

Como mi súper góber, obvio, celebro su carácter visionario, que nos trajo el Tren Maya, ese Quetzalcóatl, perdón: ese Kukulcán de metal que llegó para devolverle la grandeza a la tierra maya, deturpada por la bota del conquistador barbado. También obvio, su Doctor siente que ha aportado su humilde cuota a los ríos de amor del pueblo, entre otras cosas con esta columna entregada ciegamente, se sabe, a la causa. Hasta ahí, todo bien. No: todo muy bien.

Pero, compañera, hay momentos que me resultaron un poco más incómodos. En algunos, la metáfora estuvo demasiado volada, mi poetísima: no se entiende bien lo de la milpa, con todo respeto. (Crítica constructiva, buena para todos los cantores del régimen: ni siquiera en la Cuarta Transformación es necesario meter milpas en todos los discursos.

Recuerden que los pueblos originarios nos dejaron un arsenal de imágenes para enriquecer la prosa poética, desde la obsidiana y el jade hasta el copal y las pirámides). Luego vienen partes un poco demasiado confianzudas: ¿“hermano Andrés”, compañera? Híjole: el QPMPDM es un demócrata, pero, estarás de acuerdo, no es un hermano, sino un padre. Un padre de pueblos. Tata Andrés.

Lo más preocupante, sin embargo, es la parte de la orfandad, no solo porque es imposible quedarse huérfano de un hermano, sino porque hay algo en esa confesión que amenaza con fracturar la unidad del movimiento. No estamos huérfanos, gobernadorísima: nuestro padre estará ahí, en el trópico ardiente, enclaustrado como un Yoda de la Cuarta Transformación que disfruta de su vejez
pero nos ilumina con su sabiduría, mientras otra figura tutelar, la compañera Claudia, guía nuestros destinos con mano firme pero amorosa, matriarca del México profundo.

Me adelanto a tu pregunta: no sé si debemos llamarla madre o hermana, hermana mayor. Consejo para terminar: pregúntale, antes de escribir el primer discurso.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

MAAZ