MIRANDO AL OTRO LADO

Hablando de “golpe de Estado”

El Presidente López Obrador ha expresado 167 veces la frase “golpe de Estado”

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Presidente López Obrador ha expresado 167 veces la frase “golpe de Estado”, 4 veces “golpe de Estado técnico” y una vez “golpe blando”. Eso, hasta el 16 de marzo de 2024. En mañaneras recientes ha vuelto a hablar de la amenaza de “golpe de Estado” al referirse a la posibilidad de que fuera rechazada su reforma al Poder Judicial y que los órganos electorales constitucionales rechazaran la sobrerrepresentación de Morena en el Congreso federal.

El ex Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, también recurrió recientemente al término “golpe de Estado técnico”, refiriéndose a la exigencia de la oposición a los órganos electorales constitucionales a que respeten el espíritu de la legislación electoral, rechazando la sobrerrepresentación de Morena en el Congreso federal.

Lo expresado por Zaldívar es ecolalia elemental a lo dicho por el líder de su movimiento. Un “quedar bien”, digamos, sin una conceptualización política particularmente profunda (no destaca por aquello de “pensamiento profundo”). Pero el mismo López Obrador está influido, a su vez, por otros líderes “del movimiento” a nivel latinoamericano.

El reciente caso boliviano es particularmente relevante, dada la aparente identificación ideológica de AMLO con Evo Morales y, en menor grado, con Luis Arce, actual Presidente de ese país semiandino.

El 26 de junio recién pasado el Presidente Luis Arce, alertó sobre una movilización “inusual” de tropas del ejército en el centro de La Paz, capital de la nación. Efectivamente, elementos castrenses bien armados llegaron hasta el Palacio de Gobierno, derribaron la puerta central del edificio y entraron, listos para el combate.

Sorpresivamente, salió el mismo Presidente Arce del Palacio de Gobierno para arengar a las tropas sobre “lealtad a la Patria”, dispuso el arresto del general que habría encabezado la revuelta, y retornó la paz a La Paz.

Evo Morales, ex Presidente de la República, denunció que la supuesta revuelta era algo que fabricó el mismo Presidente Arce, acusando que quiere ser reelecto y busca el apoyo de la población a través de una acción teatral de ese orden. Por supuesto que  Arce lo negó y acusó, a su vez, a Evo Morales de postularse ilegalmente a la Presidencia de Bolivia…por quinta ocasión.

Teniendo el concepto de “golpe de Estado” como telón de fondo, estos dos adherentes del Foro de Sao Paulo pelean la Presidencia de Bolivia, aderezando con acusaciones de corrupción y ligas con el narcotráfico, un negocio floreciente en Bolivia. El Presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha acusado a la oposición de su país de estar orquestando un “golpe de Estado blando” en su contra.

La razón sería que el Consejo Nacional Electoral anunció que va a estudiar una ponencia de dos magistrados que acusan al Presidente Petro de financiación irregular y violación de topes electorales durante su campaña al Ejecutivo en 2022. Más de fondo en el asunto de financiación irregular en Colombia está el tema del apoyo de fondos recibidos por el hijo de Petro de elementos ligados al narcotráfico. El hijo de Petro ha reconocido la veracidad de estas acusaciones, en el marco de una disputa pública con su ex pareja sobre el monto y el destino final de dichos fondos.

Lo notable del episodio colombiano es cómo el Presidente Petro utiliza el concepto de “golpe de Estado” para desacreditar críticas en su contra, incluyendo señalamientos de corrupción y ligas al narcotráfico de él y su familia. Junto con la defensa de que “me quieren quitar con un golpe de Estado” convoca a una movilización popular para defender al “primer gobierno del pueblo” en Colombia.

¿Y qué decir de acusaciones de barruntos o amenazas de golpes de Estado y de movimientos de tropas en medio de guerras políticas sórdidas entre las clases políticas en países como Ecuador, Venezuela, Perú, Guatemala, Nicaragua, Haití? Ni siquiera nos tenemos que salir de América Latina para constatar el uso político, y el abuso, del concepto de “golpe de Estado” por parte de actores políticos para poner sobre la mesa la relación entre política, Fuerzas Armadas y corrupción.

México es el caso más reciente donde este recurso de acusar, o intentar asustar, con la amenaza de una ruptura de orden constitucional se ha usado a plenitud. Pero, a diferencia del resto de América Latina, México se distingue por ser el país donde la amenaza de un rompimiento del orden constitucional es advertida justamente por quien se beneficiaría de ese golpe de Estado, buscando consolidarse en el poder.

El único personaje de la política mexicana que puede decidir, planear y ejecutar un golpe de Estado es el Presidente de la República. Siendo así las cosas, ¿por qué dice que existe un plan ajeno a él con la capacidad de hacer que las Fuerzas Armadas tomen el poder? A primera vista, aparentemente el Presidente quiere asustar a alguien. ¿A quién o quiénes? ¿Acaso piensa que viene de esa oposición desahuciada de la cual se burla todos los días? ¿O fuerzas malévolas del exterior?

La pregunta es importante porque el Presidente se conduce como un hombre asustado. Lo único que pudiera afectar a él y a su familia son acusaciones de corrupción y de ligas con el narcotráfico. Las acusaciones familiares tipo Petro, de Colombia, o los líos internos, tipo Evo-Arce en Bolivia. Sobre la oposición en México, que no pueda ni con su alma. Y la contienda interna en Estados Unidos que trae a ese país de cabeza, donde México es un tema, excepto para efectos retórico-electorales.

Muchos morenistas expresan un nivel de desagrado por la forma en que López Obrador está manejando la transición con Claudia, mostrándola como su títere, imponiéndole gente, mensajes, agenda, besos desagradables. Es imposible saber si la futura Presidenta está cómoda, o no, con el trato que recibe de parte de López Obrador. Visto desde afuera, parece diseñado para humillarla. Muchos morenistas expresan, en privado, su deseo de que López Obrador desaparezca y que la deje gobernar.

Todo indica que López Obrador hará sentir su presencia de forma continua durante los próximos años, a menos de que algo importante suceda. ¿Qué le espera a México: seis años más de López Obrador, estilo Evo Morales? Esos son los maestros de López Obrador: Evo, Maduro, Ortega, Díaz Canel, incluso Correa, ex mandatario de Ecuador, también culpable de repetir múltiples veces en la Presidencia de su país.

¿La retórica golpista es para Claudia? ¿La está amenazando porque teme que no cumpla todos los acuerdos, de protección y de continuidad, y del acuerdo sobre el sucesor en 2030?

Lo que sabemos de López Obrador es que cuando habla de algo negativo o reprobable, es porque está preparando a la opinión pública para que suceda. ¿Por eso menciona frecuentemente el concepto de golpe de Estado, siendo él la única persona que lo puede ordenar, si desea hacerlo? En su mente, quizá sería la única manera de evitar ser descubierto, juzgado política y jurídicamente por sus desvaríos en el ejercicio del poder.

Ser juzgado en su legado por la historia tiene a López Obrador inquieto, no el hecho de dejar Palacio Nacional. Es lo mismo que tiene inquietos a Maduro, Petro, Arce, Evo y compañía.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com
@rpascoep

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