SINESTESIA

Más allá de la médula

Con su último poemario, Oliverio Girondo dislocó y desdobló el lenguaje con el fin de llevarlo hasta sus límites

OPINIÓN

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Tomás Lujambio / Balones y pelotas / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace 70 años, el argentino Oliverio Girondo publicó uno de los poemarios más singulares en la historia de la poesía latinoamericana. Conocida y discutida entre críticos y académicos por su inusitada ilegibilidad, En la masmédula se distinguió por proponer entre sus páginas un desarreglo total del lenguaje convencional. En ella, el poeta argentino nos enfrenta a palabras novedosas y vocablos aglutinados como “llagánima“, “heliomito“ o “egofluido“, entre muchos otros, que alteran al lector por enfrentarlo a movimientos inusuales del idioma. 

Sin embargo, la actitud transgresora que adoptó Girondo ante el lenguaje no fue un fenómeno aislado. A mediados del siglo XX, múltiples vanguardistas latinoamericanos, como Vallejo, Huidobro y el mismo Girondo, se caracterizaron por dislocar y desdoblar el lenguaje con el fin de llevarlo hasta sus límites. Su desconfianza en la supuesta eficacia de la representación no solo llevó a estos poetas a retar la literalidad misma del lenguaje, sino a renovarlo en busca de una expresión acorde a su momento histórico. 

En el caso específico de En la masmédula, nos encontramos con un yo lírico que, según Enrique Molina, se enfrenta “al súbito sentimiento de hallarse fuera de lugar en una realidad que de pronto carece de sentido”. No obstante, Girondo muestra una gran destreza para fabricar nuevas palabras, verbos y síntomas desde los cuales comprender a un sujeto moderno en constante disolución. 

Hoy, a 70 años de su publicación, lo que empieza como una disonancia cognitiva provocada por la extrañeza lingüística de En la masmédula, termina por revelarse como una plasticidad que la palabra necesitaba para reflejar al mundo. Al final del día, la obra de Girondo demuestra que, por más que nos enfrentemos a una falta de sentido, la poesía siempre permite la invención de nuevos significados capaces de expresar pesares, sentimientos y circunstancias novedosas que aún no tienen nombre. Solo hace falta tomar asiento, sostener la pluma en la mano y detenerse a inventarlos.

POR TOMÁS LUJAMBIO

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