Los resultados están ahí: casi 36 millones de votos respaldan la paliza electoral que Morena, PT y PVEM le acomodaron a la Alianza PAN, PRI y PRD. La madrugada del lunes 03 de junio de 2024, el promedio de votación de las encuestas se materializaba y la consejera presidenta del INE, Guadalupe Taddei, anunciaba con los resultados del PREP, el fin de la era partidista del país, dando inicio a la era de la hegemonía guinda y la mayoría calificada en el Congreso de la Unión.
La preocupación fue real: ¿Era posible que la 4T se hubiera superado a sí misma y estuviera a nada de tener un poder casi absoluto para hacer y deshacer a su antojo?
La alianza no daba crédito, tampoco sus voceros. Las redes sociales se inundaron de entusiasmo con videos de políticos morenistas que fueron rechiflados cuando se presentaban a votar, casillas con conflictos, supuesta compra de votos y relleno de urnas, eso, desde la perspectiva de la oposición, aseguraba la sintomatología de un hartazgo generalizado en contra de la 4T.
Pero no pasó. La gente se decantó por la Dra. Claudia Sheinbaum, el delfín morenista, que con la bendición del líder máximo, lo superó en simpatía y votos.
Sin contrapesos, con un congreso poderoso y con la mayor legitimidad por votación en la historia mexicana, la preocupación en torno al gobierno de Claudia Sheinbaum es real: desde antes de la transición democrática, no habíamos vivido en un país sin contrapesos, sin diques de contención legislativa y sin herramientas para detener la omnipotencia del ejecutivo federal. La era de la supremacía presidencial volvió a instalarse, ahora sí, sin nadie que, hasta ahora, pueda hacerle frente.
Las pasadas elecciones fueron el referéndum que López Obrador quería, una ratificación al trabajo que su administración ha realizado. Aún y cuando todos los pendientes son demasiados, el electorado de todas las clases sociales, que reciben o no reciben dinero del gobierno federal, decidieron refrendar e incrementar su apoyo a la 4T.
Incapaces de entender a la gente, de convencerlos y de invitarlos a confiar en ellos, la oposición perdió de una manera tan brutal, que ha llevado al que fue partido de izquierda más grande del continente, el PRD, a perder su registro.
De esa magnitud fue la golpiza. El PRI y el PAN tuvieron el peor desempeño electoral de su historia, e increíblemente, llevaron al Partido Verde a colocarse como la segunda fuerza electoral. Algo inaudito. Sin contrapesos, sin posibilidad de objetarle al poder y con la amenaza de reformar y desaparecer órganos autónomos y dependencias, lo único que ha podido detenerlos, es el mercado y los compromisos internacionales.
El día de hoy, la hegemonía absoluta de un partido es la realidad política del país, es momento de hacer un llamado a ejercer tanto poder, con la mayor responsabilidad.
POR CARLOS ZÚÑIGA PÉREZ
COLABORADOR
@CARLOSZUP
MAAZ