Lo que antes se creía como única tesis del triunfo de elecciones como “castigo” a los partidos políticos gobernantes, resultó este 2 de junio en ratificación y respaldo todavía superior que en 2018.
Fue un voto de las bases, aquellas mayorías menospreciadas en el pasado por una oposición unida por sus siglas PRIANRD, coalición que lleva una trampa no amnésica que nos trae a la memoria todavía muy reciente de los atropellos de ese viejo régimen en contra de todo un país que por generaciones produjo millones de migrantes al extranjero, colusión con el crimen organizado al más alto nivel, como el caso de Felipe Calderón y Genaro García Luna con el Cártel de Sinaloa, la época de oro de la corrupción que generó gigantescas fortunas en donde los herederos, después de 40 años, siguen teniendo niveles económicos incomprensibles con apellidos innombrables, la colusión del poder económico con el poder político, excluyendo a ese grueso que hoy votó para transformar una condición electoral en un legado cultural.
La consecuencia de esta elección funda en la mayoría de los mexicanos una hegemonía ideológica de respeto a la patria, la democracia, pero principalmente al bienestar del pueblo.
La magnitud del triunfo tiene muchos componentes, el principal fue la enorme participación ciudadana que es sinónimo de la consolidación de las instituciones democráticas que regulan las elecciones, muy perfectibles, y que se requieren transformar para que sean más sólidas.
Habrá un nuevo sistema político nacional, donde el equilibrio de poder deberá ser magnánimo desde una supremacía casi absoluta. El sello personal de la Dra. Claudia Sheinbaum ha enviado un mensaje de oficio político traducido en mejorar la relación con una oposición microscópica.
Haciendo una analogía en la práctica del protocolo de necropsia, cuando se extraen los distintos órganos de un cadáver para descubrir la causa de la muerte, entre todos, el cerebro, además de ser el órgano más importante del cuerpo humano, de rápida licuefacción; es un cuerpo que en su degradación, de ser gelatinoso se convierte en líquido conforme más tiempo transcurre.
La empresaria que inició en la industria de la grenetina, Xóchitl Gálvez, pareciera que mimetizó a todos los líderes partidistas, “líderes de opinión”, “periodistas”, “columnistas”, lectores de noticias y demás voceros de derecha, en el mismo efecto que sufre una gelatina fuera del refrigerador, nada qué hacer con ellos, están destinados al desecho político, el pueblo de México así lo decidió y lo expresó de manera cálida y realista para elegir a la primera gran mujer Presidenta de México, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo.
No hay que olvidar los agravios a la familia del Presidente, de la Presidenta electa, las difamaciones y columnas de los supuestos nexos con el crimen organizado y el narcotráfico que inventaron y difundieron desde el extranjero masivamente, gastando miles de millones de pesos de origen muy dudoso, las campañas negras contra muchos de los que creemos en la transformación del país, nuestra memoria está muy fresca y se debe actuar institucionalmente y socialmente por las vías judiciales para ajustar cuentas contra todos los que creyeron que desde un escenario de impunidad tendrían triunfo con una retórica mitómana. Es una de las batallas que hay que continuar hasta su total resolución.
La oposición, sus candidatos, sus líderes y quienes votaron por ellos están en un shock irreparable y eterno. Su resurrección sólo puede encarnarse en lo mismo: unidos con distinto nombre, el Frente Cívico Nacional, una vergüenza con otra nomenclatura que nace muerta y va directo al fracaso.
POR RICARDO PERALTA
COLABORADOR
@RICAR_PERALTA
MAAZ