COMANDO Y CONTROL

El cambio de rumbo de la presidenta

La nueva mandataria puede girar el rumbo de la política de seguridad, reemplazar "abrazos y no balazos" por "arrestos con inteligencia"

OPINIÓN

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Íñigo Guevara Moyano / Comando y Control / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La victoria de una mujer para presidente, en sí, transporta a México de los años setenta hasta el siglo XXI, por lo menos en cuestión de equidad de género. Por lo que se abre la puerta para que el resto de México también se transporte a esta era.  

La nueva presidenta de México iniciará funciones formales el 1 de octubre de 2024, por lo que tendrá dos meses más que sus antecesores para incidir en el presupuesto de egresos de 2025 y con ello contar con muchas más herramientas que sus predecesores, por lo menos en teoría. El prolongado proceso de transición por lo tanto se reduce de seis a cuatro meses.  

Para alguien pragmático, estos dos meses adicionales son un alivio, pues se podrán traducir en un año completo (adicional) de resultados, en vez de usarlos para prolongar el proceso de ascensión.    

La lista de temas que la flamante dirigente deberá atender es basta, pero tendrá la gran oportunidad de trascender en donde su predecesor simplemente no pudo, ya fuera por falta de intención o capacidad. Hay muchísimos temas, pero actuar en las siguientes tres dimensiones pueden demostrar un cambio sustancial en la manera en la que México actúa:  

En temas nacionales, la nueva presidenta puede girar el rumbo de la política de seguridad, reemplazar “abrazos y no balazos” por “arrestos con inteligencia.” Se debe de priorizar el desmantelamiento de las grandes organizaciones criminales con todos los medios del Estado.  No debe de haber duda -ni adentro ni afuera- de quien gobierna en México.  

En términos regionales, la nueva presidenta tiene la facultad para incrementar la cooperación binacional, comenzando con la vigilancia de manera sustancial en las fronteras, tanto en el espacio aéreo como en el terrestre, los puertos de entrada y de salida, enfocándose principalmente en combatir el tráfico de humanos, fentanilo y armas.  Aquí el truco es balancear las operaciones binacionales tanto en contra de lo que entra, como lo que sale. Esas acciones le permitirán a la presidenta exigir a Estados Unidos -en similitud de circunstancias- más acciones del lado de su frontera, tanto en la cantidad de armas y munición que baja a México como en la demanda insaciable de droga.  Es dejarse de los dimes y diretes y entrarle de lleno a la seguridad binacional con objetivos compartidos.    

En temas internacionales, tendrá la oportunidad de fijar una nueva posición con respecto a la Guerra en Ucrania: condenar formalmente a Rusia por invadir y agredir a un país libre y democrático, expulsar a la gran cantidad de agentes de inteligencia rusos que ha incrementado su presencia de manera exponencial en México y establecer sanciones económicas en contra de entidades rusas. Seamos claros, esta posición no quiere decir que se esté alineado ni con Estados Unidos ni con la Unión Europea, es tomar una posición independiente, moral y ética en cuanto al estado de derecho internacional. Es alejarse de una posición ambigua, gris.

La oportunidad que tiene la presidenta es histórica, puede demostrar la fuerza que tiene la mujer mexicana para cambiar y mejorar el rumbo del país.  

POR IÑIGO GUEVARA MOYANO

DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA DE INTELIGENCIA JANES Y ACADÉMICO VISITANTE DEL ATLANTIC COUNCIL, EN WASHINGTON, D.C.

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