MIRANDO AL OTRO LADO

Radicales y reformistas en pugna

Los peligros que amenazan a México en este periodo transicional entre gobiernos

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los peligros que amenazan a México en este periodo transicional entre gobiernos son altamente explosivos y tienen el potencial de dinamitar al gobierno entrante. A pesar de provenir del mismo movimiento político, las diferencias entre los principales actores empiezan a asomarse y sugieren el perfil de los conflictos por venir.

Si bien parecería un facilísimo dividir a Morena entre radicales y reformistas, esas categorías tienen peso en las distinciones entre sus integrantes. Sus diferencias afloraron durante la campaña, especialmente en la Ciudad de México. El conflicto en torno a la designación de la candidatura morenista a la jefatura de Gobierno se perfiló entre “duros” y “oportunistas” o “radicales” y “reformistas”.

Los radicales se agruparon alrededor de Clara y los reformistas alrededor de Harfush. Los radicales se consideran los herederos del verdadero programa de transformación de Morena, mientras los reformistas son los recién llegados al movimiento o los que se  han sumado con el tiempo, y son vistos por los puros como oportunistas.

La mejor prueba de que existen corrientes políticas dentro de Morena fue lo que ocurrió en la Ciudad de México. Esas corrientes, así descritas y así enfrentadas, han pervivido en las izquierdas y en los movimientos revolucionarios desde tiempos inmemoriales.

El reino del terror durante la revolución francesa es el mejor ejemplo, cuando Robespierre manda ejecutar a su camarada Dantón, por traición a los principios de…Robespierre.

Posteriormente, el mismo Robespierre terminó decapitado por el mismo Comité de Seguridad Pública que dirigió. Marx y Engels debatieron con las corrientes de pensamiento no afines a ellos, y plasmaron, pensaban, la última palabra del credo revolucionario en el Manifiesto Comunista. Crearon la Internacional Comunista, al cual se adherían solamente los creyentes.

Después vinieron los tiempos de las Segunda, Tercera y Cuarta Internacionales, donde no sólo discrepaban ideológicamente entre ellos, sino que llegaban al extremo de exterminarse entre ellos, como si fueran el verdadero enemigo, y no el capitalismo. Ejemplos del mismo conflicto entre corrientes han ocurrido en todas las experiencias de cambio de régimen: China, Corea del Norte, URSS, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela y, ahora, amenaza con instalarse en México.

El Plan C es planteado como el programa de gobierno de Claudia Sheinbaum. Pero toda su conceptualización, diseño y ejecución viene del gobierno de López Obrador. La intención es instalar en México un cambio de régimen, basado en los más férreos cuadros revolucionarios y radicales de morenismo. De ahí que ha cobrado fuerza la idea de que López Obrador se arropa con cuadros duros o radicales, empeñados en llevar hasta las últimas consecuencias esa idea del revolucionario épico de que “quien no esté conmigo está en mi contra y debe ser eliminado”.

El contenido del Plan C es claro: demoler el Poder Judicial, específicamente para apoderarse de la Suprema Corte de Justicia de la Nación colocando a Ministros afines al gobierno, la militarización de la Guardia Nacional y de toda la seguridad pública y nacional, la desaparición de los órganos autónomos que vigilan al gobierno y aseguran el derecho ciudadano a la información y la transformación del máximo órgano electoral para cambiar a todos sus integrantes para que sean afines al gobierno, además de eliminar la reelección junto con la eliminación de los legisladores plurinominales.

Este Plan C obviamente entra en contradicción con el ordenamiento constitucional vigente en México. Toda la aprobación del Plan implica un cambio radical de régimen jurídico y constitucional. Es decir, cumple con el ideal del cambio de régimen y, para su logro, considera necesario eliminar todo lo que se oponga al logro de su objetivo.

No parece evidente que el mandato electoral otorgado a Morena avale ese cambio de régimen político y constitucional en México. Simplemente las encuestas dejan ver que el desconocimiento sobre lo que es y debería ser el Poder Judicial alcanza el 90% de la población.

La reprobación de la política de seguridad alcanza el 70% o más, lo cual no es indicativo de un aval a la militarización de la seguridad pública y nacional en México.

Si se le preguntara a la población abierta si está de acuerdo en pagar impuestos al gobierno, la reprobación estará cerca, o arriba, del 90%. Y si se le preguntara si se debe cancelar la opción de la alternancia política al pueblo de México, implícito en el Plan C,  sin duda no habría consenso.

El Plan C se finca en la idea de remodelar el sistema político con base en un partido único, y hegemónico, a la usanza cubana. De ahí la eliminación del sistema plurinominal, pues equivale a eliminar voces importantes pero minoritarias en los debates públicos. Eliminar las minorías de las cámaras legislativas equivale a reducir toda la discusión de la cosa pública a una sola voz.

Siguiendo con las lecciones históricas de todas las revoluciones políticas de la humanidad, después de alcanzar el poder absoluto se vuelven contras los suyos para detectar y eliminar a los tibios, reformistas, inconformes o no-creyentes. El monstruo creado por la propia revuelta de las masas insurrectas se torna contra ellas para reprimir sus inconformidades y protestas. Se impone el dogma, que es inapelable, por encima de la inteligencia.

La destrucción de las instituciones que sirven para equilibrar la toma de decisiones y evitar las arbitrariedades del poder en contra de los ciudadanos es considerado una necesidad y una instrucción en el proceso de cambio de régimen. Es en ese punto de inflexión donde los radicales y los reformistas en todo proceso de cambio se separan y se enfrentan.

Un claro ejemplo es que ahora las voces más moderadas empiezan a imponerse a los radicales en la discusión sobre el Poder Judicial, según se percibe en las noticias emanadas del Poder Legislativo. Los radicales montarán su ofensiva, sin duda. Y todo ello dentro de Morena.

Paralelamente a este proceso, está la conformación del gabinete de Sheinbaum. Es evidente que existen grandes diferencias dentro de Morena sobre las últimas decisiones a ser tomadas: Gobernación, SEDENA, Marina, SSPC, Educación, Bienestar, PEMEX, CFE, Centro de Inteligencia Nacional. O sea, el corazón del sistema de control político y de seguridad del país. Ahí estará el nudo gordiano del perfil del próximo gobierno. Y, con ello, se definirá con precisión quiénes mandarán en el próximo sexenio: radicales o reformistas.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com

@rpascoep

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