COLUMNA INVITADA

La justicia de la Plaza

Resulta inminente que en septiembre se aprobará que los jueces, ministros

OPINIÓN

·
Onel Ortiz Fragoso / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Resulta inminente que en septiembre se aprobará que los jueces, ministros y magistrados sean electos por voto popular. ¿Cómo sería la justicia en México? Hay pocos referentes en el derecho comparado. Está el caso de Bolivia o de algunos cargos en Estados Unidos; ejemplos que por supuesto no bastan para conocer el funcionamiento del nuevo sistema judicial.

Pienso que los jueces populares podrían funcionar como los jueces de plaza en las corridas de toros. Justicia taurina, la más pronta y expedita, porque se ejecuta ante los ojos de “El respetable” ; es decir, del pueblo que asiste a la plaza. Las decisiones del juez de inmediato son aprobadas o rechazadas con sonoros silbidos y gritos.

El juez de plaza es un personaje fundamental de las corridas de toros. Es la autoridad máxima. En el caso de la Plaza México, es un servidor público del gobierno de la CDMX. Marca el inicio y el final de las corridas, los turnos de los toreros, los méritos de las faenas, los premios o castigos a los toreros. En la plaza, la fuerza pública está a su disposición.

Obvio, el juez de plaza debe conocer a fondo el reglamento taurino y la fiesta brava en todas sus dimensiones, saber de ganaderías, toreros, tradiciones y cábalas; conocer y haber vivido las múltiples circunstancias que intervienen en una faena y están presentes en la plaza. Además, debe tener sensibilidad y criterio, temple y carácter; sobre todo, saber interpretar al “Respetable”; es decir, saber lo que el pueblo quiere.

Socialmente, en la Plaza México se representan todos los estratos sociales. No hablemos de los tendidos de sol o sombra. Digamos que en las barreras está la clase alta, con sus personajes y celebridades. En el primer tendido, la clase media alta, en segundo tendido la clase media y en general, el pueblo.

Por el conocimiento de la fiesta, tenemos a los aficionados y a los villamelones, los asistentes ocasionales a las corridas y que poco saben de la fiesta. Sin embargo, en la plaza las opiniones valen igual.

Para otorgar una salida al tercio, una vuelta al ruedo, una oreja, dos orejas , un rabo o un arrastre lento al toro, el juez debe sentir el animo de El Respetable, valorar si la petición es mayoritaria o unánime. Consultar con su asesor los méritos de la faena y la ejecución de la estocada. Resistir las presiones del empresario o de algún apoderado. Sobre todo, sentir al pueblo.

Para bien o para mal, los ministros, jueces y magistrados populares que nos daría la reforma de septiembre podrían actuar así, escuchando al pueblo, trátese de aficionados de años o de simples villamelones, porque el pueblo nunca se equivoca. Por cierto, los jueces de plaza no son electos, son designados por la autoridad, por méritos o palancas.

Eso pienso yo, ¿usted qué opina?

La política es de bronce.

POR ONEL ORTIZ FRAGOSO

ANALISTA POLÍTICO

@ONELORTIZ

MAAZ