Las recientes elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2024 han marcado un preocupante giro hacia la derecha extrema, que ganó una significativa cantidad de escaños y quizá plantea un serio riesgo tanto para Europa como para la estabilidad global, pues refleja un crecimiento del nacionalismo, la xenofobia y el euroescepticismo, lo cual podría tener profundas implicaciones para las políticas internas y externas de la Unión Europea (UE).
En estas elecciones, los partidos de extrema derecha lograron consolidar una mayoría significativa en el Parlamento Europeo. Según los datos preliminares, alrededor del 30 por ciento de los escaños fueron obtenidos por partidos como el Frente Nacional en Francia, Alternativa para Alemania (AfD), la Liga en Italia y Vox en España. Este incremento es alarmante comparado con las elecciones de 2019, donde estos partidos ocupaban aproximadamente un 20 por ciento de los escaños.
La influencia de estos partidos es evidente en sus propuestas de políticas migratorias. La mayoría aboga por un endurecimiento de fronteras y la reducción drástica de la inmigración, lo que no solo amenaza desmantelar el sistema de asilo de la UE, sino exacerbar la crisis humanitaria en sus fronteras.
El auge de la extrema derecha suele ir acompañado de un aumento en los discursos de odio y la xenofobia. Estos partidos a menudo utilizan la retórica antiinmigrante y nacionalista para ganar apoyo, lo que puede llevar a un aumento de los ataques racistas y la discriminación en los estados miembros.
Asimismo, muchos de estos partidos tienen antecedentes de cuestionar derechos fundamentales y libertades civiles. ¿La igualdad de género, los derechos de las comunidades minoritarias y las libertades de prensa y expresión pueden estar en peligro bajo su influencia? La respuesta es que posiblemente, sí.
Por otro lado, la extrema derecha suele favorecer políticas proteccionistas, con un posible efecto negativo en el mercado único de la UE. El proteccionismo puede llevar a guerras comerciales internas y externas, afectando la economía global y la cooperación internacional.
El euroescepticismo promovido por estos partidos puede desestabilizar la moneda única y las instituciones de la UE. ¿La incertidumbre económica y la falta de confianza en las instituciones financieras pueden llevar a una crisis económica similar a la que se vivió en la década pasada?
Muchos partidos de extrema derecha tienden a minimizar la importancia del cambio climático y a oponerse a medidas ambientales estrictas. Esto podría ralentizar los esfuerzos globales para combatir el cambio climático, con consecuencias devastadoras a nivel mundial. Por lo tanto, otra gran perdedora fue sin duda la transición energética.
Muchos europeos, especialmente aquellos que viven en áreas rurales, argumentan que los costos de la transición son prohibitivos y están afectando gravemente sus economías locales. Estos ciudadanos sienten que las políticas verdes, como la adopción de energías renovables y la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, han elevado significativamente los costos de energía y producción, impactando negativamente en su calidad de vida y en la sostenibilidad de sus comunidades.
Además, el distanciamiento de Europa del petróleo más barato proveniente de Rusia ha exacerbado esta situación. Con la guerra en Ucrania y las consiguientes sanciones ineficientes a Rusia, los precios del petróleo y del gas han aumentado drásticamente, haciendo aún más costosa la energía. Esto ha puesto a las economías rurales, ya de por sí frágiles, bajo una presión adicional, dificultando la competitividad y la supervivencia de muchas pequeñas empresas y agricultores.
Europa está en una encrucijada, y la dirección que tome no solo afectará a sus ciudadanos y tendrá repercusiones mundiales. Es crucial que los ciudadanos y líderes europeos reflexionen sobre estos riesgos y trabajen juntos para preservar una Europa unida, inclusiva y democrática.
POR TALYA ISCAN
CATEDRÁTICA UNIVERSITARIA. FCPYS (UNAM) UP
@TALYAISCAN
MAAZ