En la continuación del calendario electoral internacional este fin de semana ha correspondido a los países miembros de la Unión Europea votar para la renovación del Parlamento Europeo (PE).
Una votación crucial ante el momento que vive la región marcada por una creciente inflación con salarios estancados, la continuidad de la guerra en Ucrania y sus efectos, pero, sobre todo, el crecimiento de la extrema derecha nacionalista y antiinmigrante que ha buscado capitalizar todos los temas en su favor. 27 países, con 360 millones de votantes probables elegir a 720 representantes al PE.
La Europa unida enfrenta crecientes desafíos a la vez que algunos de los cuestionamientos que se le dirigen son los mismos desde hace décadas. Los desafíos provienen en apariencia del exterior, el conflicto en Ucrania, la invasión a Gaza y la migración.
La situación económica se atribuye, sobre todo, al primer caso y para culpar de algo los migrantes siempre son argumento. Pero hay elementos internos que no gustan mucho de desmenuzar, como el creciente nacionalismo plagado de intolerancia que culpa a Bruselas de todo mal y que en más de un candidato se ha convertido en reclamo de retorno de facultades que los Estados cedieron a la UE.
La tentación autoritaria florece sobre todo en Europa del Este y Central en donde la situación económica ha estrechado más aún la relación salario/inflación. Para muchos países excomunistas el bienestar del dinero europeo ahora a relativas cuentagotas, hace palidecer la pasión anterior por la Unión.
Tradicionalmente, la asistencia a las urnas en las elecciones europeas ronda 40% del padrón. En buena medida, ello se debe a la asistencia regular a toda clase de elecciones que terminan por agotar al ciudadano. Pero también es muestra de que el aparente desinterés ciudadano hacia el Parlamento europeo es cuidadosamente cultivado por las clases políticas que acostumbran responsabilizar a Bruselas de toda situación negativa, especialmente económica y en ocasiones social, como de nueva cuenta, la migración.
El cómodo discurso antiBruselas y su “burocracia” es también responsabilidad de las propias instituciones de la UE. Es tal su cuidado para navegar entre múltiples sensibilidades que la facilidad con la que el ciudadano puede culpar a la UE de algo, es equivalente a su desconocimiento de los beneficios que recibe de la UE.
La calidad de vida, la seguridad alimentaria, la atención en salud, en gran medida proviene de normas “impuestas” por Bruselas que han generado estándares europeos de bienestar. El ejemplo más evidente de lo que puede pasar de no comprender esos valores de la integración y hasta la solidaridad lo ilustra hoy en día el Reino Unido que paga los costos crecientes del “brexit”.
Si bien se augura un notable crecimiento de la extrema derecha, serán los Populares de centro derecha los que dominarán el Parlamento. Sin embargo, es evidente que la fuerza extremista hará más complicado el lograr acuerdos y entre los pendientes ésta el acuerdo con México que bien podría seguir estancado esta vez por causa europea.
Un Parlamento Europeo menos eficiente ralentizará el proceso de Unión y la capacidad de mantener un diálogo constructivo con un eventual gobierno de Trump. Sobre todo, hará las delicias de Rusia cuyo líder seguirá procurando la desunión europea.
POR DAVID NÁJERA
EMBAJADOR DE MÉXICO. ACTUALMENTE PRESIDE LA ASOCIACIÓN DEL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO WWW.ASEMX.ORG #ORGULLOSEM
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