RUINAS DEL FUTURO

El voto económico no basta

Uno de los principales determinantes del voto suele ser la percepción de las personas sobre cómo les ha ido en su bolsillo. Si es buena, votan por el partido en el poder

OPINIÓN

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Carlos Bravo Regidor / Radar de libros / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Se está volviendo predominante la idea de que el arrollador triunfo del oficialismo en la elección presidencial se debe a que la mayoría optó por votar con un criterio “económico”, es decir, que premió los apoyos que recibe de los programas sociales, que valora positivamente los aumentos al salario mínimo, que el nivel de ingreso en los hogares ha mejorado, etc.

Suena muy sensato. Según la bibliografía especializada en comportamiento electoral, uno de los principales determinantes del voto suele ser la percepción de las personas sobre cómo les ha ido en su bolsillo. Si esa percepción es buena, votan por el partido en el poder; si es mala, votan por la oposición. Así suele suceder, es lo normal.

Como argumento a botepronto tiene mucho sentido. La cuestión se complica, sin embargo, cuando ampliamos un poco el lente del análisis.

Encuesta tras encuesta, los resultados arrojan que la principal preocupación de los mexicanos es la inseguridad, con una amplia diferencia respecto a otros asuntos (e.g., la corrupción, la salud o la economía) y desde hace mucho tiempo (al menos 18 años, pues). También es el tema en el que la gestión de López Obrador ha salido peor evaluada a lo largo de toda su presidencia.

Los datos oficiales indican que este será el sexenio con más homicidios y desapariciones acumuladas, así como con mayores tasas de crecimiento del delito de extorsión, al menos en la historia contemporánea de México. ¿Acaso nada de esto fue computado en la intención de voto de la mayoría? ¿Por qué?

El electorado mexicano, además, es enorme y diverso. Una variable no basta para dar cuenta de sus preferencias, más aún cuando la mayoría oficialista aglutinó segmentos sociodemográficos muy distintos.

Según la encuesta de salida de Alejandro Moreno, por ejemplo, votaron por Sheinbaum 69% de los beneficiarios de los apoyos sociales y 49% de los no beneficiarios, mientras que por Gálvez lo hicieron el 23% y el 37% respectivamente.

Todos los rangos de edad, todas las clases sociales y todos los niveles de escolaridad (con sus diferencias), votaron mayoritariamente por la candidata del oficialismo. Semejante fenómeno no puede deberse sólo al poder del bolsillo, menos todavía cuando el crecimiento económico anual promedio del sexenio está por debajo del 1%.

No se trata de regatearle su victoria a Sheinbaum sino de discernirla mejor. El del voto económico es un argumento razonable, que sin duda habrá tenido su peso en el ánimo de muchos votantes.

No alcanza, con todo, para acabar de entender lo que pasó. Tal vez sirva para congraciarse con los triunfadores, incluso para ayudarles a formar una opinión pública que no se cuestione y se sienta abrumada no solo por el tamaño de la mayoría que ganó, sino por la aparente obviedad de su causa, pero, bueno, eso ya es más relaciones públicas que análisis político.

Yo, por lo pronto, insisto: una explicación tan normal difícilmente funciona para explicar un resultado tan anómalo.

POR CARLOS BRAVO REGIDOR

COLABORADOR

@CARLOSBRAVOREG

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