APUNTES DE GUERRA

¿Nunca más?

Los ataques de Hamás revivieron entre los israelíes los recuerdos y el temor, mientras que la respuesta del gobierno de Netanyahu ha generado criticas

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El domingo y lunes pasados se conmemoró uno de los acontecimientos más terribles en la historia de la humanidad, el Holocausto.

Yom Hashoá, el día de la remembranza, es cuando Israel recuerda y honra a los seis millones de judíos asesinados por el nazismo. Es también momento en que los judíos de todo el mundo recuerdan, con justa razón, las múltiples persecuciones de las que han sido víctimas a lo largo de su historia y al siempre presente espectro del antisemitismo.

El Holocausto es la representación del mal condensado, destilado. Es la crónica de cómo una nación puede perder por completo el sentido de sí misma, volcarse no solo al odio y la discriminación -esos están presentes en muchos otros momentos de la historia y dirigidos a muchos otros grupos étnicos o religiosos- sino al extermino, sistematizado, industrializado.

En 1971, a los nueve años, llegué a vivir a Israel con mi madre, recién designada embajadora de México en ese país. Recuerdo, como si fuera hoy, la visita al museo Yad Vashem. Recuerdo mis lecturas, los testimonios de víctimas, de sobrevivientes de los campos de exterminio. Recuerdo a Esther Levy, secretaria de mi madre, y los números tatuados en su brazo. Recuerdo, sobre todo, la firme determinación de nuestros amigos, nuestros vecinos, de que esa barbarie no se repitiera. Nunca más.

Años después me tocó vivir en Alemania en dos diferentes ocasiones, y también en la Unión Soviética. La historia que yo ya conocía tomaba aquí otras rutas, otras vertientes: las de las otras víctimas del nazismo, las de los incómodos silencios de quienes algo ocultaban, y las de los testigos de piedra: los campos de concentración y/o de exterminio: Sachsenhausen, Majdanek, Dachau, Terezín…

Paradójico tal vez haber vivido en el Estado de los judíos y en dos de los países con mayor historial de antisemitismo en Europa, a mí me enseñó a entender las contradicciones, a nunca minimizar la historia, a no trivializar la tragedia. Por eso me molestan tanto quienes buscan analogías banales en la política cotidiana de sus países. No tienen idea del despropósito en que incurren.

Este año, el Yom Hashoá coincide con el drama de la guerra en Gaza, en donde la represalia israelí a los ataques terroristas de Hamás ha convertido ese territorio en una zona de desastre.

Los ataques de Hamás revivieron entre los israelíes los recuerdos y el temor, mientras que la respuesta del gobierno de Netanyahu ha generado una ola de cuestionamientos y críticas a Israel de una intensidad tal vez nunca antes vista. Alrededor del mundo se multiplican marchas y plantones en solidaridad con los palestinos y en repudio a las acciones militares de Israel.

La crisis humanitaria en Gaza alcanza ya niveles de tragedia y las imágenes que circulan alimentan las protestas, mismas que se convierten en otro foco de tensión: la libertad de expresión y de manifestación, que son esenciales a toda democracia liberal, se ven acotadas para impedir la proliferación del discurso de odio y el antisemitismo embozado o el descarado.

Menudo dilema.

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS

GGUERRA@GCYA.NET  

@GABRIELGUERRAC

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