COLUMNA INVITADA

El gran robo intergeneracional

El dato perturbador es que, de seguir con la política de deterioro del sistema educativo, el país caería en el ranking de productividad intelectual, ya que en México las universidades públicas y privadas, con herramientas actualizadas

OPINIÓN

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Sara Morgan / Columna Invitada / El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Acabamos de pasar el día del trabajo, y a pesar de tener una Ley Federal del Trabajo, llena de muchos derechos vivimos un momento en la historia de México en dónde la gente gana menos ajustado a la inflación, lo que resulta en el hecho de que aquellos que han cumplido 40 o incluso 50 años, no hayan podido terminar de pagar su crédito hipotecario o peor aún, adquirir alguna vivienda.

Lo anterior en conjunto con el incremento en los costos educativos de calidad ha frenado el poder adquisitivo correlacionado a la edad. Lo que implica que los que ahora son jóvenes muy probablemente no podrán equiparar o alcanzar la riqueza y oportunidades de la que gozaron sus ascendientes.

Ahora bien, esto se demuestra al analizar las cifras de trabajadores activos con relación a sus salarios, https://www.inegi.org.mx/temas/empleo/, justo en ese punto observamos que los jóvenes hasta los 29 años tienen los salarios más bajos, se encuentran dentro de la mayor tasa de informalidad o subocupación; y se ubican en empleos donde se realizan las peores prácticas laborales, que imposibilitan la continuidad educativa por el exceso de horas de trabajo. 

La consecuencia es que sólo la excepcional cantidad de 21.6% de aquellos que tienen educación superior; podrían alcanzar un empleo con proyección de futuro sostenible, que abarque vivienda, esparcimiento, ahorro. Todo ello como generadores de cambio social. 

Otro gran dato, queda al descubierto, dentro de los estudios que publica el INEGI, porque de los mismos se desprende que los estados que cuentan con más jóvenes estudiando son los ubicados en la zona centro del país. https://www.inegi.org.mx/temas/educacion/, por lo que el ingreso al mercado de trabajo que es sumamente reducido, es todavía peor en regiones enteras del sureste mexicano, que carecen de medios de crecimiento industrial, por no poseer las mismas oportunidades que lugares más prósperos, por lo cual la pobreza en dichas ubicaciones tiene explicaciones basadas en datos oficiales.

De ahí, la importancia de tener parámetros de medición cognitiva como la prueba Pisa, de la que ahora México quiere sustraerse.

El dato perturbador es que, de seguir con la política de deterioro del sistema educativo, el país caería en el ranking de productividad intelectual, ya que en México las universidades públicas y privadas, con herramientas actualizadas, tienen la misión de tomar en sus aulas a jóvenes comunes; y darles la oportunidad de ser extraordinarios.

Restringir la oferta de espacios de adquisición de conocimientos, de forma artificial quitando presupuesto a las universidades públicas, o impidiendo que las privadas tengan aportaciones estatales para cubrir un mayor número de plazas educativas, genera escasez. Lo políticos deberían recordar que trabajan para el futuro porque son servidores públicos, no cazadores de poder y fortuna. La razón para ocupar el lugar de dirección de un país es hacerlo mejor.

Tomar el dinero y usarlo para incrementar las matriculas de toda la educación desde la elemental hasta la superior, con comedores y un abanico de métodos de enseñanza, donde todas las personas tengan la posibilidad de adquirir conocimientos. No es tan complicado es más una cuestión de voluntad que dé posibilidad.

¿Cómo llegamos a esto? Nos hemos convertido en un país que prefiere asegurar un control estatista, porque estamos bajo la mirada de personas que no entienden el futuro, y que se oponen a todo cambio. 

El proceso de adaptación positiva en la educación, el trabajo y nuevas formas de ver la sinergia social, estará presente con y sin México. 

Pretender entender los desafíos de las personas que mueven el país, desde la mirada de un poder desactualizado históricamente, que no acepta, entiende o quiere ver las nuevas necesidades laborales, educativas, sociales y culturales de un niño de primaria o de un joven universitario, es arrebatar la esperanza.

Tampoco podemos olvidar el tema de salud, porque de entre todas las tragedias, durante la pandemia del COVID, se prefirió dejar morir a muchas personas, que eran los encargados de la niñez y juventud, mediante el acaparamiento, reparto y adquisición de vacunas, por parte del Estado, lo que hizo que millones perdieran la posibilidad de estudiar; con lo que se creó, una necesidad de trabajo por encima de la educación.

El gran robo intergeneracional puede consumarse, así que recuperar el futuro nos obliga socialmente.

POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTORA LABORAL
DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB

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