MIRANDO AL OTRO LADO

El Presidente está iracundo

El Presidente López Obrador está fuera de sí. Está lo que le sigue de furioso

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Presidente López Obrador está fuera de sí. Está lo que le sigue de furioso. Está iracundo. ¿Cuáles son las condiciones que han hecho que se parezca a Adolf Hitler en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, cuando la derrota alemana era una inevitabilidad?

La última exteriorización en su estado de ánimo interno ocurrió, como tenía que ser, en una mañanera con su ataque artero, violento y lleno de rencor contra María Amparo Casar por su pensión por ser viuda de un empleado de Pemex. La culpa, indirectamente, de ser responsable de la caída de Morena en las preferencias electorales.

Violentando, una vez más, las leyes existentes en nuestro país sobre la protección de datos personales, se fue a la yugular de Casar. Lo hizo, también, porque puede y porque sabe que nadie lo detiene. Los órganos jurisdiccionales responsables de la contención y corrección o castigo a funcionarios públicos que cometen faltas administrativas o penales han sido castrados en México.

La mayoría de esos órganos han sido colonizados por militantes de su partido (donde no les importa ignorar sus responsabilidades legales) o han sido disminuidos en sus integrantes y presupuestos, muchas veces imposibilitando la correcta y legal toma de decisiones.

Tal es el caso del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, TEPJF, que carece de tantos integrantes que sucede que muchas de sus decisiones pudieran ser impugnadas, especialmente en el caso de un fallo en una elección presidencial competida donde pudiera salir perjudicado Morena. Ahí hay una verdadera mina enterrada y esperando ser explotada en el caso de una emergencia.

Claro, AMLO no puede admitir semejante escenario. Según los datos públicos, la mayoría de las encuestas dan como segura ganadora a Sheinbaum. Entonces, ¿cómo es que la primera encuesta que le augura la victoria a Xóchitl pueda provocar semejante ira?

La encuesta de Massive Caller que puso a Xóchitl adelante de Sheinbaum provocó un terremoto de ansiedad en el Presidente y los suyos.

Parecería que toda la campaña de Sheinbaum se finca en la idea creada artificialmente acerca de su invencibilidad e inevitabilidad de la victoria. El problema con esa estrategia de crear un artificial resultado electoral es que tiene que ir acompañada de un estado de ánimo social real. Y no es el caso, obviamente.

En este momento existen dos Méxicos. Uno es el que exige sumisión a lo que diga y ordene el poder público en cuanto a personas presentes físicamente en un evento o en promesas de votos, todo ello pagado con dinero público negro o por apoyos del crimen organizado.

El otro México es el de las movilizaciones por pie propio, sin dinero de por medio, con la convicción de que hay una causa que defender, como la libertad, la seguridad, la democracia y el futuro.

En el primer México no hay ni causas ni convicción, sino intereses, presiones, amenazas y obligatoriedad. En ese México no existe libertad de expresión. Existe la obligación de dar apoyos y, ¿por qué no?, el voto por la candidata.

En el otro México, el de la libertad, la democracia y un futuro viable, habrá debate, discusión y hasta disensos, pero, finalmente, habrá la esencial coincidencia sobre la necesidad de defender un país con tolerancia a las diferencias, pero enarbolando instituciones fuertes que maniatan a los poderosos a obedecer la ley y al mandato de las mayorías democráticamente electas.

El 1 de mayo fue tan simbólico e ilustrativo de esta situación. Mientras las cúpulas sindicales manifestaron su “apoyo” (que no es más que su subordinación) al poder público federal, sus bases se agruparon alrededor de los candidatos de oposición. Esto expresa dos cosas.

En primer lugar, que los liderazgos sindicales pueden carecer de representatividad. Y dos, que las bases sindicales están en rebeldía contra sus dirigencias, por su descontento con la situación económica, política y social del país.

Donde está situación se expresó nítidamente fue en la Ciudad de México. Mientras los dirigentes de las secciones del sindicato de trabajadores de la Ciudad de México se reunieron con la candidata a jefe de gobierno de Morena, las bases sindicales se reunieron con Santiago Taboada, candidato de la oposición.

Es más, las bases sindicales expresaron claramente lo que acontece dentro de sus secciones sindicales. Afirmaron que las dirigencias, en un acto de oportunismo político, aceptaron que ellos debían acudir al llamado del oficialismo, mientras avalaban que sus bases acudieran con la oposición.

Es un doble juego hipócrita, producto de la necesidad pragmática del momento: halagar al jefe, mientras tras bambalinas preparas lo que tus ojos y oídos te dicen: que va a ganar la oposición. Solamente así se puede explicar semejante juego de enroque político entre cúpulas y bases, por lo demás bastante obvio.

Se respira un aire de total incertidumbre ante los posibles escenarios electorales a partir del próximo 2 de junio. El estado de ánimo social del país es bastante fluido y poco predecible. Nada es seguro, mucho menos la “victoria segura” de Sheinbaum. Esto tiene al Presidente lo que sigue de inseguro.

Está descompuesto, y eso es lo que revelan sus arrebatos, insultos y conductas abiertamente ilegales. Está resuelto a ganar la elección por las malas, de ser necesario. No piensa, ni por un minuto, en ceder el poder a la oposición. Y sin embargo, sentado en Palacio Nacional, se parece a Hitler en su búnker en Berlín: las opciones se cierran y las posibilidades de victoria se reducen, día con día.

La angustia presidencial está a flor de piel. Se le sale lo iracundo por todos los poros. Por eso insulta y ofende a María Amparo Casar, y lo hará contra otros individuos o colectivos en los días que vienen. Él es el tigre enjaulado, no la sociedad mexicana. El pueblo aceptará el veredicto de las urnas. Unos estarán tristes y otros felices. Pero, a diferencia de los ciudadanos, el Presidente no piensa aceptar ese veredicto. Sería una inaceptable bofetada a la percepción que tiene de sí mismo y de su propia, y exagerada, grandeza.

Lo iracundo le resta lucidez y claridad estratégica. Sabe lo que quiere, pero se percibe encaminado por la ruta que lleva a perderlo todo. Es como un tren que perdió sus frenos. El estado de ánimo social que lo acompañó en el 2018 ya se borró del mapa. Una cosa es obligar a los beneficiarios de programas sociales a votar por Morena empleando tácticas terroristas, y otra cosa, completamente diferente, fue ese voto libre y entusiasta que recibió en 2018. Eso ya no existe.

Es más, millones de esos votos hoy votarán en su contra. Ese voto en contra es consecuencia de tantas promesas incumplidas o de plano de las mentiras dichas, día con día, en las mañaneras. Y de las ofensas lanzadas por un mentiroso consuetudinario.

¿Cómo recuperar esos millones de votos libres? Ya no hay manera. Se perdieron irremediablemente, porque se perdió la confianza en su palabra y en su proyecto. Sin el cumplimiento de la palabra empeñada y sin resultados tangibles en libertades, democracia y seguridad, la fe se pierde. Y en el caso de Morena y López Obrador, la fe se perdió.

Es por esa razón esencial que Morena perderá la elección. Y, como lo sabe el Presidente, no logra salir de su estado iracundo. Seguirá atacando e insultando a personas e instituciones, e ignorando la ley, hasta el último aliento de su gestión.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com

@rpascoep

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