TECHOS DE CRISTAL

Un Pulitzer en puerta a elecciones

Liliana Rivera Garza votó por primera vez en las elecciones federales de México el 6 de julio de 1988. Tras el fraude electoral salió a protestar

OPINIÓN

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María Milo / Techos de Cristal / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Si su país hubiera podido protegerla, seguramente hubiera acudido a votar este 2 de junio. Como escribe Mariel Ibarra, “después de once tlatoanis, sesenta y dos virreyes, dos emperadores, y sesenta y cinco presidentes” la estudiante de arquitectura hubiera podido elegir a la primera presidenta de su país.

La semana pasada, Cristina Rivera Garza, ganó el Pulitzer en la categoría de memoria o biografía. Su obra El invencible verano de Liliana, que puso a México en alto ganando uno de los premios periodísticos más prestigiosos, nació irónicamente de la dolorosa realidad que viven las mujeres en nuestro país.

La autora mexicana reconstruyó los acontecimientos sociales y políticos que le arrebataron la vida a su hermana. Tras reencontrarse con ella en cartas, fotografías, notas, calendarios y posesiones que guardaron polvo durante casi treinta años, pudo por fin volver a pronunciar su nombre: Liliana.

Quizás en una realidad alternativa, donde sus derechos hubieran sido protegidos, la joven de 20 años hubiera llegado a ser una arquitecta a la altura de Tatiana Bilbao, pero como afirma la misma en Presidenta: más de 100 mujeres te escriben: “la ficción más profunda en la que vivimos es que no hemos entendido que para poder producir debemos primero existir”.

Cristina reemplazó con palabras el expediente morado que nunca fue resuelto por el Estado. Desafió las normas sociales cuando se dio cuenta de que no contaba con el lenguaje adecuado para nombrar los sucesos al traducir la obra. Y poco a poco, donde el sustantivo killer se colocaba como sustituto de feminicida, fue cambiándolo por feminicider.

“La falta de lenguaje nos esposa, nos asfixia, nos estrangula, nos dispara, nos despelleja, nos aísla, nos condena”, escribe. Porque donde un exnovio le quitó la vida a su hermana como forma de reclamar su poder sobre ella, alguien lo nombró como un crimen pasional bajo la etiqueta de la mujer que primero tenía que haberse respetado a sí misma.

Si algo logró la autora al contar la historia llevando las palabras al corazón de la violencia y nombrando para no olvidar en qué creer y qué cambiar, es demostrar que el género de quien está al mando no es lo que marca la diferencia, sino la perspectiva. Porque existen cosas rotas que pueden llegar a brillar si se observan bajo los lentes adecuados.

Hace tres décadas, ni Liliana ni quienes la rodeaban tuvieron las herramientas ni el lenguaje necesario para identificar a tiempo las señales de peligro. Quizás si nuestros esfuerzos se dirigieran hacia asegurar una equidad que no pretenda ser alcanzada por medio de la homogeneización, la ceguera social que mata a diez mujeres diario habría sido erradicada.

Años después del feminicidio de Lilliana, se sigue necesitando mucho más que una primera presidenta para trascender el cambio que hasta ahora es sólo simbólico. Pero ojalá sea esta misma la que nos dirija hacia los inicios de una realidad donde las mujeres dejemos de brillar por nuestra ausencia. Para que seamos noticia por algo más que aparecer en los espacios donde nunca habíamos estado, o desaparecer porque nos arrebataron la vida.

POR MARÍA MILO

BLOG: WWW.MARIAMILO.MX

IG: @MARIAAMILO

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