BALONES Y PELOTAS

Nos salvamos juntos o nos hundimos separados

Tanto en la vida como en el deporte, las palabras de Juan Rulfo resuenan con lucidez y razón: “nos salvamos juntos o nos hundimos separados”; no importa el tamaño de la estrella ni el grado de talento individual: todo el equipo navega en un mismo barco

OPINIÓN

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Tomás Lujambio / Balones y pelotas / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

El domingo pasado, el base estrella de los New York Knicks, Jalen Brunson, dejó boquiabiertos a los fanáticos al romper el récord de anotación en juegos de playoff de la franquicia neoyorquina. En dicho encuentro, Brunson anotó 47 puntos y acumuló 10 asistencias para darle la victoria a su equipo durante el cuarto partido de la serie frente a los 76ers de Philadelphia.

Esta hazaña no solo atrajo elogios de grandes del deporte como Draymond Green y Kendrick Perkins, sino que también encendió un intenso debate sobre su posible consideración para el MVP de la Conferencia Este. Sin embargo, mientras el foco se centra en Brunson, persisten dudas sobre la capacidad del equipo para llegar a las finales de conferencia, algo que no logra desde 1999.

Aunque Brunson promedia 28.7 puntos y 6.7 asistencias por partido en la actual temporada, es fundamental reconocer que las discusiones centradas en un solo jugador a menudo oscurecen los logros colectivos del equipo. Recordemos la temporada 2012 2013, donde incluso el desempeño sobresaliente de Carmelo Anthony, líder anotador de la liga en ese momento, no fue suficiente para llevar a los New York Knicks a las finales de conferencia.

Sin embargo, la actuación actual de los Knicks sugiere un rendimiento colectivo mucho más sólido en comparación con aquella temporada.

Tomemos, como ejemplo de ello, el increíble trabajo en equipo que exhibieron los Knicks durante el segundo partido de la serie, donde lograron una épica remontada de 8 puntos en apenas 29 segundos. En aquel enfrentamiento, cada jugador desempeñó un papel vital para asegurar la victoria: tanto el jugador base, como el alero, el escolta y el pívot hicieron lo necesario para adelantarse en el marcador cerca del final del encuentro.

A falta de 30 segundos y con una desventaja de cinco puntos, Jalen Brunson clavó un triple que rebotó dramáticamente en el aro antes de acariciar la red. Acto seguido, Josh Hart (alero) presionó la salida de los 76ers, logrando robar el balón en campo contrario. Tras la recuperación, Hart pasó el balón a Di Vincenzo (escolta), quien - a pesar de fallar su lanzamiento - logró encestar desde la distancia en su segundo intento tras el rebote ganado de

Hartenstein (pívot). Aunque aquella anotación le dio a los Knicks un punto de ventaja sobre los contrarios, aún restaban 13 segundos por jugar.

Con la posesión en sus manos, el equipo de Philadelphia intentó una última ofensiva, pero Hartenstein bloqueó magistralmente el intento de Tyrese Maxey, asegurando un cambio de posesión crucial. Finalmente, Anunoby fue objeto de falta al ganar el rebote y selló la victoria con dos tiros libres que dejaron a los 76ers con apenas 5 segundos en el reloj para intentar empatar un encuentro finiquitado por el esfuerzo y la pasión de todo un equipo.

Más allá del rendimiento y los elogios que se ganó Brunson durante el cuarto partido, la remontada de los Knicks demostró que, durante la intensidad de los playoffs, la determinación colectiva del equipo es igual de importante que el desempeño individual.

Tanto en la vida como en el deporte, las palabras de Juan Rulfo resuenan con lucidez y razón: “nos salvamos juntos o nos hundimos separados”; no importa el tamaño de la estrella ni el grado de talento individual: todo el equipo navega en un mismo barco.

POR TOMÁS LUJAMBIO

COLABORADOR

MAAZ