TRES EN RAYA

Los legisladores a los pies de Palacio

En ningún momento hubo un trato entre iguales. El presidente manda y ellos acatan

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Canto al pie de tu ventana
Pa' que sepas que te quiero
Tú a mí no me quieres nada
Pero yo por ti me muero
JOSÉ ALFREDO JIMÉNEZ

El Palacio Nacional, que antes estaba abierto al público, lleva casi seis años cerrado a voluntad de su inquilino. Mismo los legisladores de la 4T tienen que hacer fila para poder escuchar a su patrón. Hace dos días de esto.

¿Dónde quedó la dignidad de los representantes populares? ¿Dónde el respeto que dispensaba una rama del Estado a los miembros de otro poder? Extraviados. Perdidos. Y es que López Obrador no ve ni a diputados ni a senadores como representantes de otro poder, sino como súbditos; otros cientos de mexicanos más que tienen que acatar su voluntad. Una larga, innecesaria, bochornosa fila les hizo hacer afuera de Palacio Nacional para recordarles quién manda. Y ellos sumisos, mansitos.

¡Qué despropósito democrático y republicano es ese de pasar las iniciativas del Ejecutivo sin alterarles ni una coma solo porque vienen de ese señor! Ni el mejor estadista de la historia resulta ser tan infalible como para que sus propuestas o enmiendas normativas no pudiesen ser modificadas o mejoradas. Algunas veces merecieron rechazo y su no aprobación. Pero aquí en México, con el obradorismo, ya volvimos a eso de que el Congreso de la Unión es una oficialía de partes de la voluntad de Palacio.

Tan es así que lo hemos normalizado. Ya muchas veces ni siquiera sorprende esta subordinación. No la notamos, no nos parece extraña, la pasamos de largo sin más.

Esta última reunión en Palacio ¿celebró el fin de una legislatura que no permitió cumplir con lo que la ley obliga al Legislativo? ¿Les regañó porque se les escaparon de aprobar / no pasaron algunas iniciativas que AMLO quería a pesar de ser una afrenta a la democracia? ¿Fue la celebración —y la felicitación— por haber usado la aplanadora una vez más y haber aprobado la reforma al sistema de pensiones; esa que permiten al poder Ejecutivo tener acceso a los ahorros de millones de mexicanos?

Tanto el régimen actual como el partido oficialista lo presentan como un éxito y algo maravilloso, pero no fue tan bueno —más bien bastante podrido— pues luego de horas de hacer cola, a los legisladores les quitaron los celulares. Vaya, no se los dejaron usar dentro del recinto ni siquiera para sacarse la consabida “selfie” con Andrés Manuel…

Hasta Ricardo Monreal, quien en algún momento se promocionó como “muy gallito” (ahora solo pía al son del ganso), dijo que López Obrador solo les había pedido a legisladores de la 4T que no tengan titubeos ni zigzagueos. Nada más…

López Obrador los hincó ante él como si se tratara de un monarca. A los diputados y senadores de Morena, del PT y del PVEM únicamente se les quiso para hacer boruca, mostrar músculo y para atender con atención las palabras del Ejecutivo. En ningún momento hubo un trato entre iguales. El presidente manda y ellos acatan.

Es una DESGRACIA, así en mayúsculas, lo que está pasando. Esos señores han dejado de ser representantes del pueblo —el bueno y el malo—; ni siquiera lo son de quienes votan por ellos. Es más fácil acatar la voz de un solo hombre que buscar la conciliación, la negociación y la reconciliación entre los votantes. Más sencillo pero mucho más ilegal; significativo debería ser el hecho que han olvidado su juramento a la Constitución.

Deberíamos estar impactados del nivel de genuflexión, de la dependencia del Poder Legislativo al Poder Ejecutivo. Sin embargo, son tantos golpes, tantos muertos, tanta violencia, tanto abuso de poder por parte de la 4T, que la desaparición pública de la autonomía del poder Legislativo ante el Ejecutivo nuevamente nos ha pasado de noche.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN

COLABORADORA

VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM

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