MALOS MODOS

Cinco horas en la México-Cuernavaca

Lo bonito de la incompetencia es que es democrática: perjudica al que viaja a Cuernavaca, pero también al que regresa desde esa ciudad a la capital

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

No estoy seguro de cuánto tiempo llevamos con esto, pero se cuantifica en años. Sales de tu casa, tomas la Autopista Urbana del Sur, llegas rápidamente a la México-Cuernavaca, agarras la zona de curvas sin muchos problemas, al margen de ciertos motociclistas que la consideran un muy buen escenario para ensayar la versión mirrey de “Mad Max”, te acercas a La Pera, y… Hora, hora y media a vuelta de rueda, de manera que un trayecto de 40 0 50 minutos termina por tomarte, digamos, dos horas y pico.

Cuando llegas a unos kilómetros de la salida a Tepoztlán, el deja vu. Una cosa como del día de la marmota. Ahí está la explicación del embotellamiento: decenas de máquinas apagadas, trabajadores echando la hueva, montones de grava aquí y allá, mucha terracería de origen humano.

Luego, el más grande de los misterios de la ingeniería mexicana. ¿Por qué, mientras sus compañeros se meten unos tacos y unos chescos, o duermen tan profundamente como las máquinas con el casco tapándoles los ojos, 25 sujetos con chalecos, a dos metros de distancia uno del que le sigue, entre los conos anaranjados que cumplen la misma función que ellos, mueven banderitas para indicarte que las obras los ponen en la penosa necesidad de reducir la carretera a un carril?

Lo bonito de la incompetencia es que es democrática: perjudica al que viaja a Cuernavaca, pero también al que regresa desde esa ciudad a la capital. Lo mismo: un avance prácticamente nulo en la obra, durante meses y meses, y las mismas máquinas dormilonas, y los mismos tacos y los mismos chescos, y el mismo único carril y, claro, la misma hora y media entre montones de grava y caminos de terracería.

Lo digo porque la locura del fin de semana, con gente que hizo cinco y hasta seis horas en la carretera, no es más que la consecuencia de eso que padecemos cada sábado y cada lunes en la mañana los que nos vamos a cuernavaquear desde la tierra chilanga. Vamos, que no es exactamente una novedad.

Como no es una novedad que no haya un solo funcionario público que se tome la molestia de dar alguna explicación, aunque sea lo de que es culpa del PRIAN que dejó un tiradero, y como no son nuevos los bloqueos en Chilpancingo y las casetas “tomadas”, con todo y que a Acapulco no parece una buena idea ir desde hace unos meses.

Lo que sí es nuevo es que la costumbre de pararse por las quecas en Tres Marías ya no solo es mala por la calidad de las garnachas. Ahora es también un lugar parece ser que idóneo para asaltarte o secuestrarte. “Ah, pues entonces mejor agarro Valle para los fines de semana”, dirás. Puede ser. Nada más hay que pasar por alto que para construir una casa tienes que pagar los precios que impone al material el crimen organizado, y que lograron secar el lago.

Les recomendaría Canadá, pero ya piden visa otra vez.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

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