COLUMNA INVITADA

Un Ministro en problemas

La solución liberal a la corrupción siempre ha sido fortalecer a los contrapesos entre poderes y en proponer una infraestructura de cuerpos autónomos de vigilancia

OPINIÓN

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Gustavo de Hoyos Walther / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Se dice que la calidad de las instituciones depende del carácter de quienes trabajan en ellas. La proposición maquiavélica, por otro lado, consiste en suponer que si los seres humanos fueran ángeles no habría necesidad de gobiernos. Y, efectivamente, las instituciones republicanas parten de una idea pesimista de las capacidades humanas para hacer el bien. Esta antropología sugiere que la corrupción, por ejemplo, no se va a solucionar de la noche a la mañana porque un líder político lo proclame en homilías dominicales. La solución liberal a la corrupción siempre ha sido fortalecer a los contrapesos entre poderes y en proponer una infraestructura de cuerpos autónomos de vigilancia.

En estos días hemos sido testigos de lo bien que interpreta el pensamiento liberal ciertos aspectos de la naturaleza humana. En efecto, las grabaciones recientemente difundidas que presentó el magistrado, Alberto Roldán, ante las autoridades competentes en los que acusa al ex-presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, y a algunos de sus ex-colaboradores, de ejercer presión para que se dictaran sentencias y resoluciones a modo del interés presidencial, nos hablan de cómo la corrupción puede campear si no se le somete a controles.

La corrupción, en este caso, parece presentarse como la voluntad de un grupo de personas en el poder judicial para que éste se pliegue al interés del poder ejecutivo en lugar del de la República.

Tomados en su conjunto las grabaciones nos muestran el probable abuso de poder de un grupo y el posible acoso al que sometieron a quienes se rehusaban a seguir las directivas de un Presidente de la Suprema Corte de Justicia que claudicó a su deber de limitar el poder presidencial.

No ayuda al interés del Ministro Zaldívar que haya sido el propio presidente, en una de sus mañaneras, quien dijo que él le había dado prácticamente instrucciones a Zaldívar para que la Suprema Corte decidiera en favor de algunas de sus iniciativas.

Hace algunas semanas supimos de este caso, pero en ese momento el ex-Ministro Zaldívar argumentó que, por un lado, la acusación no tenía sustento, pues había sido infiltrada por un personaje anónimo, por lo que carecía de sustancia y, por el otro lado, que la responsable de todo esto era la Presidenta de la SCJN, Norma Piña, quien buscaba dañar su reputación. Ninguna de estas dos acusaciones parece sostenerse,  pues ya no hay un personaje anónimo sino un nombre propio que lo acusa.

Aún no sabemos en qué terminará este asunto, pero lo que es cierto es que la reputación del ex-magistrado, Arturo Zaldívar, ha sido dañada, quizás inexorablemente. Por ello es muy posible que él ya no sea el responsable de un hipotético gobierno de Claudia Sheinbaum, que encabezaría una reforma judicial a fondo.

El episodio nos muestra la necesidad de tener un andamiaje institucional más sólido en el gobierno que impida el despliegue de una posible corrupción entre sus miembros menos virtuosos. Todos ganaríamos.

POR GUSTAVO DE HOYOS WALTHER

FUNDADOR DE SÍ POR MÉXICO Y UNID@S

@GDEHOYOSWALTHER

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