COLUMNA INVITADA

Dos mujeres, un debate

Hoy en día se ha llegado a dar al debate presidencial una importancia tal, que hay quien considera que del desempeño que se tenga durante su desarrollo depende el triunfo o derrota de un candidato u otro

OPINIÓN

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Cecilia Romero / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En toda contienda electoral existen numerosas herramientas que deben ser tomadas en cuenta por los contendientes con el fin de convencer a los electores de dar su voto a favor de la propuesta que les presenta cada uno.

Uno de estos elementos es sin duda el debate.  En México tuvimos el primer debate entre candidatos presidenciales hace apenas treinta años, en 1994, y sin duda ha sido de los mejores que se han dado. Quienes lo presenciamos recordamos con nitidez algunos de los momentos estelares de ese evento.

Desde entonces, se han venido introduciendo elementos que han hecho cada vez más sofisticada su preparación y puesta en escena.  No cabe duda de que la existencia de reglas para el debate es fundamental, aunque el exceso de estas ha incurrido en el acartonamiento del ejercicio hasta la exageración.

Hoy en día se ha llegado a dar al debate presidencial una importancia tal, que hay quien considera que del desempeño que se tenga durante su desarrollo depende el triunfo o derrota de un candidato u otro.

Siendo muy importante que los candidatos lleven a cabo uno o varios debates durante la campaña, y coincidiendo en que se ponen en juego habilidades que se requieren para ejercer con eficiencia el puesto para el que están contendiendo, es necesario apuntar que un debate es solamente un evento dentro de los muchos que se llevan a cabo.

El pasado domingo 28 tuvo lugar el segundo debate presidencial.  Los temas fueron fijados con tiempo, al igual que las reglas, el escenario, los conductores.  Las expectativas eran altas, los resultados están a la vista: el desenlace del proceso electoral sí puede ser distinto del que la propaganda oficial se empeña en presentar ante los electores.

¿Qué elementos podemos considerar que influyeron para que el humor social sea hoy distinto al de hace ocho días?

La autenticidad.  La presencia de Xóchitl fue fresca, sincera, empática.  Su expresión no verbal invitó a escucharla.  Claudia se mostró cuadrada, a veces molesta, incluso esquiva ante ciertas preguntas que evidentemente no le gustaron.

La independencia.  Claudia es la candidata de la continuidad, sus proyectos son los del Presidente, sus propuestas son las del Presidente, su ‘segundo piso’ consiste en seguir el libreto que le han marcado.  Xóchitl ha dicho:  lo que está bien se queda, lo que se puede corregir se modifica, lo que está mal se queda.  ‘Yo me mando sola’.

La inclusión.  Xóchitl invita a todos a ser parte de su proyecto, manifiesta que nos necesita para lograrlo, denota espíritu abierto y tolerante; este es un trabajo de todos.  Claudia sermonea, decreta, repite.  Es fría, insensible.

Dos mujeres.  Dos formas diferentes de enfrentar un debate.  Más allá de las propuestas y de las cifras, hay analizar la actitud, la reacción, la mirada.  Más allá del escenario, hay que buscar el corazón, hay que descubrir el propósito.  Hay que ver al ser humano, y elegir.

POR CECILIA ROMERO CASTILLO

COLABORADORA

@ceciliaromeroc

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