Este 7 de abril, ataviados con sus mejores galas y con sus propuestas bajo el brazo, Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, participarán en el primer debate presidencial de este proceso electoral. Un hecho positivo para nuestra democracia y un derecho de la ciudadanía.
Los debates son eventos o, mejor dicho, espectáculos de apreciación. Ya sabemos que, pase lo que pase, Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, y sus respectivos equipos declararán que ganaron el debate.
En el imaginario permanece la impresión de que los debates televisivos son definitivos en el resultado de una elección, por lo ocurrido en 1960, entre John F. Kennedy y Richard Nixon.
En México hay dos experiencias similares: En 1994, Diego Fernández de Cevallos anuló a Cuauhtémoc Cárdenas y Ernesto Zedillo en el debate, tanto que el entonces candidato panista congeló convenientemente su campaña; en 2006, Andrés Manuel López Obrador no asistió al primer debate y Felipe Calderón del PAN ganó a Roberto Madrazo del PRI, con las consecuencias que ya conocemos.
Este debate tiene sus particularidades: La primera, dos mujeres son punteras en las tendencias electorales. La segunda, Claudia Sheinbaum llega con una ventaja de entre 17 a 24 puntos porcentuales. Tercera, las redes sociales serán fundamentales en la percepción del debate y su impacto.
El predebate estuvo marcado por la divulgación del video del hijo de Xóchilt Gálvez, escandalizando afuera de un antro en Polanco. Así como, por la difusión de contenidos truqueados donde aparece el hijo menor del Presidente, supuestamente de fiesta en un antro y del cajón de los recuerdos, reactivaron el video de Carlos Imaz, entonces pareja de la candidata de Morena, recibiendo dinero de Carlos Ahumada en 2003.
La nota de mesura, responsabilidad y decencia, la dio Beatriz Gutiérrez Müller al pedir a los partidos y candidatos dejar a un lado la guerra sucia y a los familiares.
¿El resultado del debate podría modificar las tendencias electorales? No, a estas alturas del proceso las tendencias son estables.
Podría influir, sí y solo si durante el debate ocurriera un hecho o un incidente significativo, como un error garrafal de Claudia o la revelación de un documento o un video espectacular.
Claudia Sheinbaum irá a mantener su ventaja y presentar sus propuestas. Para Xóchilt es una de las pocas oportunidades que tendrá para incidir. Matar o morir, le han aconsejado sus asesores. Máynes prácticamente será un espectador más con palomitas de maíz incluidas.
Claudia y Xóchilt tienen la oportunidad de demostrar que pueden hacer una política diferente al sumarse al llamado de Beatriz Gutiérrez o bien al manifestar que, sin importar el resultado, trabajarán juntas para acabar con los feminicidios y la violencia contra de mujeres, adolescentes y niñas. Ojalá en verdad sea un debate con rostro de mujer. Eso pienso yo, ¿usted que opina?
La política es de bronce.
POR ONEL ORTIZ FRAGOSO
ANALISTA POLÍTICO
@ONELORTIZ
MAAZ